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Este jueves 31 de marzo, la Editorial Aquitania Siglo XXI, emprendimiento independiente que busca dar a conocer obras contemporáneas y fomentar la lectura, junto con la Ninfa Eco, organización internacional literaria, presentarán una antología poética del autor argentino Luis Benítez.

La obra, es la primera de una colección de la mejor poética de autores contemporáneos y busca celebrar el uso de la palabra como puente de unión entre plumas latinoamericanas.

Luis Benítez es uno de los más grandes poetas argentinos e hispanoamericanos de nuestro tiempo. Una Gran guerra Habita las cosas. Lo mejor de Luis Benítezes la primera antología de esta serie de Editorial Aquitana Siglo XXI  y reúne lo mejor de cuarenta años de poesía del autor.

En la presentación se espera la participación del crítico literario argentino Demian Paredes y el poeta español Francisco Javier Insa, así como de otros escritores de México y Cuba, que estarán conectados desde distintos puntos del planeta para dar a conocer la obra e invitar a los amantes de la poesía, y los que quieren conocer el poder de ella, a través de https://www.facebook.com/laninfaecopodcast

El escritor argentino Luciano Walter elaboró una reseña que además de abordar acertadamente la obra de Benítez, también ofrece una mirada a la labora de la editorial independiente Aquitana Siglo XXI:

Reseña de Luciano Walter*

Una Gran Guerra habita las cosas recoge cuarenta años de la poesía de Luis Benítez. Poeta, narrador y ensayista argentino de celebrada trayectoria. La antología constituye la punta de lanza de editorial Aquitania Siglo XXI para conformar una colección dedicada a difundir a los grandes poetas contemporáneos. Si a priori algo se puede decir de esta iniciativa, es ¡muchas gracias! Valiente, sin atenuantes, hay que ser en el mundo editorial de hoy para darle destino de imprenta al alado género de la lira; desplazado desde hace tiempo por los caprichos del mercado y otros misterios fuera de mi alcance. Sin embargo, osadías como estas no responden solo, como es el caso, al amor al arte de cuatro soñadoras[1]. Sino que podrían sustentarse, entre otras cosas, en la creciente actividad poética que se libra desde hace varios años en las redes sociales. Fenómeno que, más allá de algunas aristas poco auspiciosas (inherentes, sobre todo, a la pobre calidad de gran parte de las producciones), quizás evidencie un resurgimiento de la literatura en su máxima expresión: donde termina la eficacia de las palabras, empieza la poesía.

En un presente desangelado y siempre inquietante, en que a los enigmas eternos se suman los manipulados miedos del torpe día a día, no es difícil perderse en los recurrentes laberintos que conforman nostalgias y ansiedades. Luis Benítez, el poeta, exhorta: sé siempre la nave de carne y sangre, anclada en el presente bajo los rudos vientos del futuro (…). Pero no apagues tus jóvenes ojos ahora, como viejas hostias que alguien lleva hacia la muerte.

Su poesía, que transita de lo universal a lo cotidiano, puede arrastrar la carga de lo existencial o el soso tedio de lo rutinario, sin dejar de abordar lo perturbador desde la belleza:

Las cosas que nos miran fijamente,

desde las vidrieras cerradas,

cada vez que pasamos haciendo

la penosa pantomima de ignorarlas.

El autor nos manifiesta el amor por la naturaleza, expresado en el maravilloso preámbulo que encierra la semilla: el primer peso de los gigantes verdes; o en el canto desesperado del monumento viviente, la ballena azul. Nos dice el poeta, la palabra hace la alquimia. Y es a través de estas transformaciones, que Benítez nos acerca a su entendimiento del hombre y sus asuntos: los dioses que traicionas no existen ni perdonan

El poeta agudiza el oído para acercarnos los ancestrales avatares de la historia. La palabra (…) es el recuerdo como un eco de otro mayor y ajeno, que aún detona en la noche del origen. E indisoluble de los hechos, en esa intrincada urdimbre que creamos a la vera de los fuegos, los mitos.

Ah mar de Eneas y de Ulises

que no eras este y eras

la cuna del delfín y las especias

y el camino del oro y siempre, lo Otro.

Dijo Octavio Paz que una tela, una escultura, una danza son, a su manera, poemas. Y esa manera no es muy distinta a la del poema hecho de palabras. Una diversidad que subraya la unidad en el arte.

En los versos de Luis Benítez he visto telones pintados con mares de polvo, atravesados por el tañido de una antigua arpa; la máscara atroz del cuento de hadas; la penosa metamorfosis del niño que muta en hombre; el compacto horror de la tortuga que nos devuelve al jurásico; la efigie de nuestras incertidumbres; el recuerdo de una tertulia con vista al Central Park transpirando nostalgias; el pasado impregnado de nafta para declarar, como hizo Cortázar, “nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”. Porque la vida es algo que siempre hay que cuidar de las polillas.

Una Gran Guerra habita en las cosas, y desde ahora, por fortuna, también en los lectores.

*Luciano Walter, poeta argentino. Autor de Breve historia de la civilización.



[1] Las escritoras Gabriela Guerra Rey y Annia Galano, al frente de editorial Aquitania; además de la periodista y poeta Mariana Otero Briz, y la científica y fotógrafa Gabriela Fundora.