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Efectivamente y como se preveía, el IV Informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, no fue más que la repetición de lo dicho en los 13 famosos “spots” que con antelación grabó el tabasqueño casi a gritos. Sin embargo, la gran diferencia es que estando ya ante el reducido número de invitados, en Palacio Nacional, teniendo como fondo el famoso mural de Diego Rivera, el Ejecutivo leyó hasta con florera y cierta dificultad. En repetidas ocasiones a lo largo de su mensaje, se paró en uno y otro pie, como si estuviera muy cansado y los flamantes integrantes de su gabinete le aplaudieron solo en tres ocasiones: a su llegada; otra en medio del mensaje y al final.

¿Será acaso por aquello que dijo casi al final de su Informe?, al señalar: “Ahora tengo más aplomo y serenidad que antes… Creo con optimismo que triunfará la cuarta transformación. En lo personal estoy bien y de buenas. Estoy muy contento porque la revolución de las conciencias ha reducido el analfabetismo político” y remató diciendo que encabeza una “odisea en pos de la felicidad del pueblo”.

Este penúltimo Informe de Gobierno tuvo varias peculiaridades. En general, volvió a ser el Informe de las promesas, es decir, todo estará listo, se entregarán obras y hasta finalmente México, supuestamente, tendrá un sistema de salud como el de Dinamarca, pero hasta el año entrante, en el 2023, cuando también por cierto, estarán en juego dos gubernaturas; la de Coahuila y la del Estado de México.

Otra de las cuestiones que llamó la atención, es que de las primeras en llegar a Palacio Nacional fue la senadora Olga Sánchez Cordero, ¿lo haría ya en su calidad de expresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara Alta?, porque se supone que Alejandro Armenta entró ya en funciones al relevo de la exsecretaria de Gobernación.

En esta ocasión solo estuvo en el evento que duró alrededor de una hora, Andrés Manuel López Beltrán, así que el presidente no le regaló a su “pueblo bueno y sabio” la bonita fotografía familiar. Sin más remedio, desde luego, fue muy apapachado a quien también llaman “Andy”, por los integrantes del gabinete de su papá.

Ahí estuvieron también las tres “corcholatas” preferidas del presidente: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández, pero ni la palabra se dirigieron.

Al inicio de su mensaje, López Obrador dijo que la pandemia de Covid-19 y la crisis económica  mundial, constituyeron un reto para su administración; para ver si su proyecto funcionaba y de ahí, el tabasqueño se lanzó a dar sus otros datos pero antes de ello, señaló: “Nosotros consideramos que lo fundamental no es cuantitativo, sino cualitativo”.

Por ejemplo, aseguró que de acuerdo con cifras del INEGI, en el 2018 los más ricos ganaban 18 veces más que los pobres y en el 2020, esta diferencia se redujo a 16 veces.  Que olvida el Ejecutivo es que su errada y llamada cuarta transformación se dedicó a generar muchos más pobres y no como él dice, haciendo menos pobres a los pobres

Ya en la tarea de ungirse como una especie de salvador de la Patria, el presidente continuó con más palabrería hueca: “el fin último de un Estado es crear las condiciones para que la gente pueda vivir feliz”, con bienestar material y el del alma.

En varias ocasiones, López Obrador repitió que durante su gestión, la corrupción y los privilegios se han desterrado “para destinarlo al beneficio de la mayoría del pueblo, especialmente a los más pobres y marginados”. Es más, aseguró que su plan de cero corrupción e impunidad le ha redituado 2.4 billones de pesos en ahorros “y les invito a hacer las cuentas”, mientras que en cuanto al huachicol, el supuesto ahorro ha sido de 200 mil millones de pesos. “El plan de austeridad republicana en su conjunto ha liberado más de 300 mil millones de pesos, que se refleja en la estabilidad financiera”. ¿Y dónde estará todo ese dinero?

El presidente le da un buen espacio CFE, tanto que defiende a su titular, Manuel Bartlett y dijo que “está siendo rescatada del lucro privatizador en la que la tenían funcionarios corruptos y antipatrióticos”, ahora ya no solo conservadores, sino hasta porfiristas.

También le dio un lugar muy especial a lo que considera el principal incentivo de su gobierno: los programas del bienestar. Pues ¿de qué otra manera iba a comprar el voto?

Para entrar a lo referente a la seguridad, López Obrador aseveró: “No tengo ninguna duda que ojalá y esto se pueda compartir cada vez con mayor número de personas en México y el mundo de que la paz es fruto de la justicia y que la clave está en la atención a los jóvenes; a la población más vulnerable y en la atención de los marginados de los beneficios del desarrollo. Así, con esta estrategia básica, estamos reduciendo la violencia”.

Al insistir sobre la veracidad de sus cifras, en ningún momento, a diferencia de anteriores Informes, el inquilino de Palacio Nacional pronunció su celebérrima frase de “abrazos, no balazos”, pero lo que sí mencionó es que “hay campañas amarillistas de medios de información que actúan a favor de nuestros adversarios”. No podía evitar el “raspón”.

Y sobre la iniciativa preferente que envió a la Cámara de Diputados de la Guardia Nacional señaló que el objetivo no es militarizar sino garantizar el crecimiento sano de dicha institución. “En nuestro gobierno no hay personas como (Genaro) García Luna… la autoridad no es cómplice ni tampoco ejecutora de masacres y tortura”.

En otra parte de su discurso, López Obrador intentó colgarse como logro suyo “el aumento en las remesas enviadas por nuestros queridos paisanos”, colocando el tema como uno de los factores para garantizar lo básico y con ello, según el tabasqueño, “se ha mantenido la paz y ha permanecido encendida la llama de la esperanza”.

Y como optimista sí que lo es el presidente que subrayó que “a estas alturas del sexenio, todavía falta tiempo y nos va a tocar celebrar muchas otras cosas buenas en beneficio del pueblo y sobre todo se va a consolidar la transformación que estamos llevando a cabo millones de mexicanos. Hasta ahora podemos destacar que en México ya no domina la oligarquía sino que existe un gobierno democrático cuya prioridad son los pobres… se acabaron los privilegios fiscales, no hay lujos en el gobierno y sus funcionarios viven en la justa medianía”, todo esto ni siquiera buenos deseos, sino una lista de mentiras que amenaza con ser interminable. Y no, tampoco se ha garantizado como nunca la libertad de expresión y el derecho a disentir.

En el colmo, el presidente aseguró que su gobierno no participa en fraudes Electorales y los Poderes Legislativo y Judicial actúan con absoluta independencia. “Existe libertad religiosa y Estado laico, se está demostrando que la mayor riqueza del país es la honestidad de su pueblo”. De nueva cuenta tuvimos un Informe de Gobierno que bien puede ser calificado como el mundo al revés.

morcora@gmail.com