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En una nueva versión de “están conmigo o están contra mí”, el presidente Andrés Manuel López Obrador, pide, exige, una “lealtad ciega”, a los integrantes de su gobierno, al proyecto de transformación del país.  Que no se les olvide: “El movimiento soy yo…”

No hay opciones y el que se atreve a pensar y a desobedecer en una “lealtad reflexiva” como Jaime Cárdenas, ex titular del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), lo expulsan del paraíso mesiánico.

¡Fuera!, no hay cabida para la digresión. Basta recordar las renuncias de tres secretarios de Estado: Carlos Urzúa, Hacienda; Javier Jiménez Espriú, en la SCT, y Víctor Manuel Toledo, de Medio Ambiente, quienes no fueron escuchados por el titular del Ejecutivo y ninguno tiene una “fe ciega” en el Presidente de México.

Al igual que otros desencantados de la #4Transformación, observan, desde fuera, como el proyecto en el que colaboraron se desmorona. Mientras que la soberbia y el servilismo de quienes se mantienen aún en sus cargos los encandila, dejando al país y al “pueblo bueno” en una ceguera colectiva, polarizado en medio de una crisis social, económica y sanitaria sin precedentes.

El México amargo se manifiesta de formas estremecedoras en los feminicidios, asaltos al transporte público y una inseguridad rampante que niegan en Palacio Nacional en tono burlón. “¡Ahí están las masacres!, je, je, je”, dijo López Obrador, ante la portada del diario Reforma que en su primera plana exhibía: “Suma México 45 masacres”. Sí, en lo que va del año.

Bueno, ahora serán 46, pues un comando de civiles asesinó a 11 personas en un restaurante-bar en Jaral del Progreso, Guanajuato, durante la madrugada del domingo pasado.

¿Se burlará de nuevo o mirará para otro lado?, como lo hace en el caso de los movimientos feministas, donde López Obrador ahora acusa que hay “infiltradas políticas”.

Su indolencia ofende a las víctimas y sus familias que exigen justicia, como en los casos de Alondra Gallegos, en Coahuila y de Jessica González en Michoacán, asesinadas el pasado fin de semana.

La violencia que agobia a México se ha ensañado con las mujeres; durante los primeros siete meses del año, fueron asesinadas 2,240, del acuerdo al informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Cifras de horror que me remiten a lo que José Saramago escribió en su libro “Ensayo sobre la ceguera”: “Si pudieras ver tú lo que yo estoy obligada a ver, querrías ser ciego”.

Para muestra, la ceguera del poder que domina la estrategia de combate y atención a la pandemia por Covid-19, donde han muerto más de 77 mil personas y por fin el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, acepta que el “cubrebocas es una medida de solidaridad sanitaria”. Antes la consideraba violatoria a los derechos humanos.

Las cifras reales manejan más de 200 mil muertos por Covid-19. México necesita un epidemiólogo confiable comprometido con la salud pública, no un médico al servicio de un proyecto político.

La miopía del Gobierno en el manejo de la pandemia impactó severamente a la ya deteriorada economía nacional, en el segundo trimestre de 2020 el Producto Interno Bruto registró una caída de 18.9%. No hubo apoyo a los empresarios y el desempleo afecta a más de 12 millones de mexicanos.

Cómo verán las cosas para el 2021, con elecciones intermedias, que ahora sí el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, asegura que la única esperanza que tiene México para salir adelante de la crisis económica es la inversión privada y añadió que para lograr un mejor crecimiento debe existir una política de “cero barreras a los capitales productivos”. 

Ojalá, esperemos que haya luz al final y como escribió Saramago: “No sé si habrá futuro, de lo que se trata ahora es de cómo vamos a vivir el presente, sin futuro, el presente no sirve para nada, es como si no existiese.”

Vericuentos

Monreal conciliador

Al cuadrilátero de Morena, sube Ricardo Monreal, presidente de la Jucopo en el Senado, llamó al diputado Porfirio Muñoz Ledo y al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, a dirimir sus diferencias y caminar en beneficio de la unidad. Reconoció que “el horno no está para bollos”, por lo que pidió no profundizar los abismos al interior de Morena. ¡Ups!

SCJN vs. AMLO