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Lo que estremeció la semana que cierra, fue el asesinato de los dos sacerdotes jesuitas en la sierra de Chihuahua, Joaquín Mora y Javier Campos, así como el guía de turistas, Pedro Palma, a manos del delincuente José Noriell Portillo, “el Chueco”, lo que derivó, entre otras muchas secuelas, en que toda la Iglesia Católica no solo de México, sentenciara que esta errada y llamada cuarta transformación, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, solo haya tenido capacidad para producir un Estado fallido, en todos los órdenes, pero especialmente en lo que respecta al combate a la inseguridad y la delincuencia organizada.

Y es que fue el inquilino de Palacio Nacional el que le abrió las puertas a la impunidad a los grandes capos, con aquel discurso de que hay que dar “abrazos, no balazos” y cuidar los derechos humanos de los criminales, por eso ahora, los diferentes carteles que se adueñan poco a poco del país, se placean por donde quiera sin que nadie se atreva a molestarlos, sabedores de que son ellos los que tienen “el sartén por el mango”, mismo que les proporcionó López Obrador.

No obstante, no deja de causar sorpresa de que a lo largo de la semana que concluye, el tabasqueño se haya dedicado a defender su pseudo estrategia para combatir a la delincuencia organizada y, sumido en su mundo de “amlolandia”, desde su gustadísimo “stand up” mañanero asegura que en cuanto a ese delicado tema, todo está bien. Eso no se lo creen ni sus flamantes legisladores que tanto lo defendieron en la sesión de la Comisión Permanente

¿Pues no que ya no había masacres ni impunidad en esta errada y llamada cuarta transformación?

Independientemente de lo anterior, igualmente llama poderosamente la atención que, en contra de su costumbre, el de Tepetitán no haya terminado por confrontarse y hasta agredir verbalmente a la Iglesia Católica. Lo ha hecho con el Instituto Nacional Electoral, con la UNAM, con los científicos, con la clase media aspiracionista del país, con sus adversarios; con su “villano favorito”, Felipe Caderón y en fin, con una larga lista, dejándose llevar por la víscera y no por la razón.

Sin embargo, en el caso de los jesuitas, que han venido alzando la voz en señal de profunda indignación, así como la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y el Papa Francisco, perteneciente a la Compañía de Jesús, lo ha pensado dos veces el tabasqueño, esto, sin soslayar que Jenaro Villamil, titular del Sistema Público de Radodifusión del Estado Mexicano, intentó hacer una ironía por las “exbenditas redes” sobre la consternación que manifestó el Sumo Pontífice por el cruento asesinato de sus hermanos jesuitas. Una burla demasiado vulgar y burda, por cierto.

Por su parte, el secretario general de la CEM, Ramón Castro Castro, declaró que la violencia esparcida principalmente por los capos de los cárteles,  es insoportable: “los índices de violencia y sus estructuras de muerte, se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana, y destruyendo la cultura de paz», y en esto, tiene toda la razón el prelado, por lo que a nombre del resto de los obispos, demandó a esta errada y llamada cuarta transformación, “una respuesta a la altura de las circunstancias por parte de las autoridades civiles en todos los niveles. Es responsabilidad de quienes gobiernan procurar la justicia y favorecer la paz y la concordia en la convivencia social. Esta realidad de violencia nos golpea, nuestro México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos, entre ellos 27 sacerdotes, incluidos los padres jesuitas que han sido asesinados por el crimen organizado”.

Por lo demás, no es la primera vez que el jefe del Estado Vaticano se queja del terrible clima de inseguridad que vive México. Cuestión de recordar hace algunos años, cuando en un correo electrónico escrito a un amigo, se asombró del clima de violencia que priva en México y pidió que Argentina, su país natal, no se “mexicanizara”. Poco tiempo después, el Sumo Pontífice envió una disculpa manifestando que nunca había sido su intención lastimar a nuestro país. Sin embargo, el paso del tiempo, desafortunadamente  le ha dado la razón al Papa Francisco.

Tampoco puede pasarse por alto que hay otras regiones del país que son azotadas por la delincuencia organizada como: Michoacán, Guerrero, Guanajuato y tantas más y los gobernadores, independientemente del partido político al que pertenezcan, se les va el tiempo en repetir una y otra vez que “se llegará hasta las últimas consecuencias”. Se reitera, con palabrería no se soluciona nada.

Y ante este dramático y sangriento panorama que no tiene para cuando terminar, el presidente López Obrador, luego de su púlpito mañanero, se fue a jugar beisbol, “a macanear”, como dice él, así, como si en realidad México estuviera tan bien; no lo está ni siquiera mínimamente. Seguramente, practicando su deporta favorito, el tabasqueño pensó en qué pantalla o “cortina de humo” podrá echar mano para distraer la atención, porque la de Julian Assange, le duró muy poquito tiempo.

MUNICIONES

*** Los morenistas están más que emocionados porque este fin de semana dejarán sentir su músculo ni más ni menos que en Coahuila, donde se reunirán como lo hicieron hace unas semanas en Toluca. El dirigente del partido oficial, Mario Martín Delgado, está que no cabe de contento pues supone que en las elecciones que se llevarán a cabo en este estado y en el Estado de México, ahora sí, Morena de llevará “carro completo”. Bueno, eso dice él pero lo cierto es que esto apenas empieza. Así que veremos a las “corcholatas y corcholatos” lucirse en tierras coahuilenses. ¿Esta vez la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum sí saludará al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, o le hará cara larga en señal de enfado? Y por su parte, el flamante secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, ¿ya habrá contestado los mensajes de “waths” que le enviaron sus seguidores?; ¿cuál de estas “corcholatas” se convertirá en el influencer preferido de la ciudadanía?

*** El que hizo muy bien, primero en no dejarse llamar por el despectivo término de “corcholata”, fue el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Ricardo Monreal, quien sí se toma las cosas en serio y reiteró que no cejará en su intención de buscar la candidatura presidencial, solo que hay un matiz; el propio senador zacatecano marcó el límite de lo que será su estancia en Morena y ello mucho tiene que ver con la dignidad. Si sigue la dirigencia morenista en sus acciones de hacerlo de lado e intentar subestimarlo e intimidarlo entonces, se habrá presentado “la gota que derramó el vaso” y podríamos ver una importante migración de Morena, hacia otro partido.

morcora@gmail.com