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El presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a dejar de lado las medias tintas y definirse, o no, por su proyecto: “Están a favor o están en contra de la Cuarta Transformación”, dijo, definitivo.

            Sin duda, la crisis de salud, económica y social ocasionada en el planeta por la Covid-19, presiona las coordenadas y los tiempos del proyecto de gobierno del Presidente.

            Más allá de las certezas y las dudas que genera la 4T, de las filias y las fobias, de los intereses afectados y los nuevos ganadores del cambio político que hoy se está operando en el país, surge una pregunta interesante:

            ¿A quiénes, pues, dirigió López Obrador su emplazamiento a definirse? 

            La respuesta inmediata apunta a actores como el PAN, el PRI y demás partidos; a los gobernadores, los empresarios, los múltiples opinadores y gran parte del ágora de las redes sociales que se asumen como adversarios de la 4T, pero eso es tan obvio que hacía falta el exhorto presidencial para lograr una mejor precisión.

            Viéndolo bien, el emplazamiento presidencial no habría sido, por ahora, a los de afuera, sino a los de dentro de su gobierno, a los de casa…

            Para enfrentar una crisis tan profunda como la que se vislumbra y, a la vez, acelerar la consolidación de las bases de su proyecto, el presidente necesita que los integrantes de su gobierno y de su partido dejen atrás titubeos y escepticismos y se dediquen de lleno a ejecutar las acciones cruciales de la 4T.  Hay muchos casos de actores de la 4T que contradicen y desafían los fines o los medios de la Cuarta Transformación; como el dirigente de MORENA, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien cuestionó uno de los pilares de la narrativa obradorista como lo es la austeridad.

            Y es que existe la posibilidad de identificar y una especie de ala moderada, conservadora en el gabinete presidencial. Las áreas de Hacienda, Economía, Turismo o Medio Ambiente han mostrado mayor cautela ante las definiciones presidenciales en materia económica. El caso de la oficina de la Presidencia, a cargo de Alfonso Romo, es más evidente ya su misión principal es convencer a los empresarios de que puede haber un arreglo funcional con la 4T.

            Tal vez, pues, los sectores de MORENA y el gabinete presidencial sean los destinatarios principales del llamado de AMLO a que definan sus posturas sin ambigüedades. Porque el ala más radical del gabinete, que incluye a Energía, la CFE, PEMEX, la Función Pública y Bienestar, entre otras dependencias, están metidísimos con la 4T.

            Si esto es así; es decir, si la demanda presidencial de fuera máscaras está dirigida a los de casa, querría decir que la amplia coalición gobernante necesita depurarse aún más. Recordemos que altos funcionarios como Carlos Urzúa o Germán Martínez optaron por salir del Poder Ejecutivo antes que plegarse a dictados de la 4T que les parecieron intransitables.

            El presidente López Obrador tiene un gran instinto político, sabe que ningún gabinete es impermeable a los intereses particulares y, por lo tanto, es su derecho presionar con fuerza a los suyos para sumarse a la radicalización de la 4T.

            Porque si él ha sido radical desde siempre…

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