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A un año, ¿transformación o regresión?

Bajo el lema de “Transformar a México”, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) registra su primer balance. El saldo no es el mejor. La centralización del poder y la instrumentación de políticas erráticas con poco o nulo seguimiento, exhiben la inexperiencia de su equipo y el regreso del absolutismo.

Sí, un sistema político en el cual el poder reside en una persona que no admite cuestionamientos. Tal como ha sucedido a lo largo de estos 12 meses en los cuales diferir es un pecado y merece un calificativo: “conservadores o liberales”; “fifís o chairos»; “criollos o mestizos”; “prensa conservadora o prensa vendida”.

Un año de polarización, de un discurso mañanero separatista de “estás conmigo o contra mí”. Un Congreso con mayoría del partido gobernante (Morena) que se autodefine sin ningún pudor como “la bancada del presidente” (Mario Delgado dixit), que legisla en modo “Palacio Nacional” violando las normas y atropellando a la pusilánime oposición.

Para muestra las leyes y nombramientos aprobados: “Ley Bonilla”; “Ley Garrote”; “Ley SAT”; “Ley Taibo”; “Ley Godoy”; por nacer la “Ley Nieto”; ¡ah!, y la “Ley Porfirio” que no prosperó, pues Muñoz Ledo, voluntariamente a fuerzas, declinó reelegirse como presidente de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados.

En materia de nombramientos, tenemos los relevos en las direcciones de algunos organismos autónomos, que van de lo risible a lo vergonzante. En el caso de la Comisión Reguladora de Energía, el presidente designó directamente a cuatro comisionados, luego de que el Senado rechazara sus ternas en dos ocasiones.

La lucha entre el Poder Ejecutivo y Legislativo obedeció a la falta de experiencia en el sector de petrolíferos, gas y electricidad en la mayoría de los candidatos propuestos, además de haber militado en el partido Morena.

Para Ripley, Ángel Carrizales López, integrante del equipo de ayudantía del Presidente, que en cinco ocasiones fue rechazado por el Senado, para ocupar un cargo en órganos reguladores del sector energético.

También, durante este primer año, comenzó la toma de los organismos y poderes autónomos. En marzo pasado en el pleno del Senado, se aprobó el nombramiento de Yasmín Esquivel como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La esposa del contratista de López Obrador, José María Rioboó, se convirtió en el Caballo de Troya de la #4Transformación para incidir en el Poder Judicial de la Federación.

En los próximos días, llegará una más y deberá salir de la terna enviada por AMLO al Senado: Margarita Ríos-Farjat, directora del Servicio de Administración Tributaria (SAT), la subsecretaria de Gobernación, Diana Álvarez Maury y la académica Ana Laura Magaloni.

Cabe recordar que, en 2015, AMLO tuiteó: “al triunfo de MORENA los ciudadanos elegirán a ministros de la Corte, no como ahora que los nombran Salinas, Diego, Azcárraga, EPN, PRIAN”.

De modo que, el morenista Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política, en el Senado, deberá cabildear con más colmillo y tacto político, la designación, luego del fraude legislativo mediante el cual fue electa Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la CNDH.

La Cámara de Diputados tampoco ha estado exenta de sus sofocones: dos botones de muestra son: la abrogación de la Reforma Educativa y la aprobación del Presupuesto de Egresos Federal 2020, donde se dividieron los legisladores de Morena y merecieron un rapapolvo presidencial para aprobar lo que ordenó.

Ya que hablamos de crisis, en el primer año de la #4Transformación, la lista es larga:  El accidente aéreo en el que perdieron la vida los ex gobernadores de Puebla, Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso; el cierre de las estancias infantiles; el recorte de recursos a los refugios para mujeres víctimas de violencia; el muro humano en Chiapas donde miles de migrantes sobreviven en terribles condiciones; el desabasto de medicinas y combustibles;  los más de 132 muertos en Tlahuelilpan, Hidalgo; el creciente desempleo; la economía estancada; la pelea entre las tribus de Morena, así como los escándalos internacionales: el “Culiacanazo” y la masacre en contra de la familia LeBarón, hechos que evidenciaron el fracaso de la estrategia “abrazos y no balazos”, para recuperar la paz.

Una paz social que cada día se ve más difícil de alcanzar, luego de que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, informó que en los primeros 10 meses de 2019 se han registrado 29 mil 574 víctimas de muerte violenta.

Así las cosas, los pendientes del presidente son la mayor preocupación en la sociedad y convendría reflexionar que sin paz, ni seguridad, no habrá #4Transformación. Quizá por ello, el presidente López Obrador, pidió un año más de plazo para que “lo nuevo acabe de nacer” y se viva “una nueva vida pública”. ¿Acaso ya entendieron que no es lo mismo ser oposición que gobierno?

@guillegomora.