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El precio internacional del petróleo se está elevando, beneficiando a los exportadores como es el caso de México, cuya mezcla de exportación ya superó los 80 dólares por barril, aportando gran cantidad de dólares a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para cumplir con programas sociales que lleva a cabo el gobierno. Pero no todo es positivo, también está el efecto inflacionario que la cotización excesiva del petróleo está lanzando al mundo, desequilibrando fuertemente el sistema económico mundial.

Por supuesto, la racha alcista del precio del petróleo lleva apenas 12 meses, y nada ni nadie puede asegurar una cotización ni permanente ni al alza. Analistas de Consultores Internacionales nos explican que el acelerado incremento de los últimos días obedece a la combinación de tres factores. Por un lado, la interrupción de la producción en Libia, en Nigeria, en Angola, en Ecuador y en Canadá por el frío extremo. Por otro lado, y aun con Ómicron, la demanda sigue aumentando por las expectativas de mejora económica. Y la geopolítica como tercer factor, parecido al efecto de carambola a tres bandas, por las tensiones entre Rusia y Ucrania que podrían afectar el suministro de gas a Europa, incluido el golfo Pérsico, en donde grupos radicales en Yemen podrían atacar instalaciones de suministro de petróleo en Emiratos Árabes Unidos.

Los altos precios del petróleo- no hay duda- significan mayores ingresos públicos. Hoy por hoy el petróleo es negocio del gobierno porque financia en promedio el 17% del gasto público (aunque en 2008 alcanzó el 45.7%). A noviembre del 2021, la recaudación petrolera se acercó a los 900 mil millones de pesos, poco más de 400 mil millones más que en el mismo periodo de 2020. En este caso, no importa el declive de la plataforma de producción o la pérdida recaudatoria por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), cuando hay mayores precios, el gobierno siempre gana mucho. Así se ve un poco difícil abandonar el modelo exportador de petróleo en busca de mayor refinación nacional.

Pero que quede claro, desafortunadamente un precio del petróleo alto no es buen negocio para empresas y hogares. En los últimos años un incremento en los precios del petróleo ha significado una mayor inflación anual en gasolinas y en la economía en general.

Mal augurio del FMI; prevé que la economía mundial se desacelerará este año.

Precisamente, el Fondo Monetario Internacional (FMI), acaba de publicar en Nueva York su reporte sobre las Perspectivas de la Economía Mundial para este año, en donde prevé que la economía global se desacelerará, revisando a la baja el estimado de crecimiento global para este año, y ajustando ligeramente al alza el de 2023. Su escenario base es que la economía mundial crezca 4.4% en 2022 (previo: 4.9%), desacelerándose tras un avance de 5.9% en el 2021. Por supuesto, consideramos que la proyección para este año suena algo optimista a pesar del ajuste a la baja, en un entorno todavía muy incierto respecto al rumbo de la pandemia, fuertes presiones inflacionarias, menor impulso fiscal y el retiro del estímulo monetario tanto en economías avanzadas como emergentes.

La economía global está en una posición más débil de lo que se anticipaba. Esto se debe principalmente a tres factores: (1) El surgimiento de la variante ómicron; (2) presiones inflacionarias más fuertes y persistentes, especialmente en EU; y (3) la situación del sector de bienes raíces y el consumo en China. En el caso de la pandemia, el FMI destaca las sorpresas negativas en la segunda mitad del 2021, con las disrupciones en la cadena de suministros manteniéndose hasta finales del año pasado y un repunte en el número de contagios, especialmente en Europa. Su escenario base incorpora que los efectos adversos sobre la salud, como muertes, hospitalizaciones y enfermedad, cederán hasta finales del 2022. En lo que se refiere a las presiones inflacionarias, destacan que han sido más fuertes de lo anticipado, especialmente en EU. Esto se debe a una multitud de factores, entre ellos los problemas en la cadena de suministros y saturación en los puertos. Además, se han observado presiones más generalizadas, incluyendo el alza en costos de energía en Europa, de los alimentos en África y en los precios de importación en Latinoamérica.
Finalmente, en lo que se refiere a China, explican que los problemas en el sector residencial han sido el preludio de una desaceleración económica generalizada. A esto se suma la estrategia de cero-tolerancia al COVID-19 que ha llevado a importantes restricciones a la movilidad, deteriorando las perspectivas para el empleo y el consumo. En este contexto, estiman una importante desaceleración de la economía asiática este año, con un crecimiento de 4.8% desde 8.1% en el 2021. Consideramos que este escenario es congruente con lo que estamos viendo en términos de política monetaria, donde el PBoC se ha separado de la mayoría de los bancos centrales en el mundo al recortar recientemente sus tasas de interés, en conjunto con otras medidas no convencionales en un intento por impulsar el dinamismo económico.
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