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La ambición de poder de quienes nunca lo han tenido, es desmedida en los tiempos modernos.

Lo dijo, como engaña con la verdad, el Presidente López Obrador, al perder las elecciones del 2006, que “al diablo con las instituciones”, ahora pretende hacerlo realidad.

Ya acabaron con instituciones públicas como el Conacyt, o Notimex, que no le sirven a sus intereses políticos de poder y dinero. Primero, quiere acabar con los órganos autónomos, que sirven para disminuir el poder de los presidentes en turno. Luego iría por las universidades públicas y hacerlas que dependan de los gobiernos, como lo han logrado en sus estados los gobernadores morenistas. Después, acabarán con la educación que loa padres quieran darle a sus hijos. Acabar con las libertades.

En el gobierno de la Cuarta Transformación, el objetivo es derrumbar las instituciones y lo está logrando.

En su mira esta la Universidad Nacional Autónoma de México, que está ahora bajo la rectoría de Enrique Graue.

Si bien la UNAM no es un ejemplo de democracia a su interior, si es el orgullo académico de nuestro país a nivel internacional. Yo estoy feliz de haber egresado de una institución que está dentro de las mejores del mundo.

Claro, ese reconocimiento lo ha logrado gracias a sus catedráticos, investigadores y sus egresados.

Como en todos lados, sin que ello sirva de justificación, en nuestra amada Universidad, desde la llegada a la rectoría de Jorge Soberón, abordó de la mano el grupo de la Facultad de Medicina, que no ha dejado el poder dentro de esa institución. Esto, hasta la fecha.

Lo ideal es que soltaran la rectoría para otras facultades. Sin embargo, en estos tiempos donde el gobierno de la 4T quiere controlar la rectoría, aparecen otros personajes de facultades que tradicionalmente han tenido que someterse a los grupos políticos de izquierda e incluso a la delincuencia organizada que utiliza el campus como su mercado sobre pies.

Los ataques cotidianos de López Obrador contra la UNAM, no se debe a su fallido paso por la Facultad de Ciencias Políticas, sino a un objetivo para controlar el sitio donde se generaron los últimos movimientos sociales, políticos y armados del país. El semillero de “aspiracionistas” que se identifican con la clase media.

Ahí está el riesgo que tienen aquellos que no quieren un desarrollo armónico de la sociedad. Quieren simplemente tomar el control de todos los sectores que puedan identificar como un peligro para las aspiraciones de perpetuar el grupo político que llego y que se dice de izquierda.

SAQUEO DE LA UNAM

Ese grupo político que ahora quiere apoderarse de la rectoría, está ligado a catedráticos que forman parte de la élite. Desde ahí realizan negocios ficticios que posteriormente les deja una millonada.

Están plenamente identificados por la comunidad científica nacional. Por esos que auténticamente está dedicados a la investigación y a la ciencia. Los otros, los más ricos, son aquellos que hacen negocios con empresas que les encargan investigaciones ficticias, que justifican con textos de tesis o, en su defecto, de fuentes en medios cibernéticos (web).

Por esos trabajos cobran millones de pesos, de los cuales se reparten en ese grupo de “selectos científicos”, con quienes les encargan esos trabajos. Esto no es nuevo, lleva décadas practicándose con el contubernio de empresarios que saben perfectamente que esas “investigaciones” sirven para deducir impuestos.

La “fama” de esos investigadores, que ahora están alineados en Morena o son, cuando menos, simpatizantes, rompe las fronteras del campus y los conocen perfectamente en varias empresas.

Ahí está el poder y el dinero de la UNAM. Si bien el control hoy lo tienen los médicos, dejar a la deriva el cambio en la rectoría implica más riesgos que beneficios. En especial, durante el proceso de cambio sexenal del gobierno federal.

La UNAN está entrampada en su destino.

PODEROSOS CABALLEROS

MARTINREA

Con una inversión de alrededor de 45 millones de dólares, la empresa canadiense Martinrea, que a nivel internacional es liderado por Pat D’Eramo, expandirá sus operaciones en Ramos Arizpe, Coahuila. Ahí construye una planta que generará 350 nuevos empleos en el clúster automotriz de la región. Así tendrá seis plantas en la entidad, de las 14 con que se cuentan en todo el país. El vicepresidente ejecutivo de fluidos de Martinrea, Alfredo Alonso, y la Cónsul General de Canadá en México, Sandra Shaddlick, se reunieron con el gobernador Miguel Riquelme, donde anuncia que esta es la primera de otras inversiones en dos predios de la entidad. La producción de la compañía no bajó ni paró en el 2020, ni en el 2021, en plena pandemia por el Covid-19.

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