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El Banco de México tendrá que hacer un nuevo intento de frenar el motor de la economía, debido a que la inflación no sólo no cede con la política monetaria implementada, sino que va en ascenso peligroso para el bienestar de los consumidores, muy especialmente para los millones de trabajadores que, con su salario, viven al día ellos y su familia.

La inflación, medida por el comportamiento del Índice Nacional de Precios al Consumidor y por el desaforado crecimiento de lo que se denomina inflación subyacente, aumentó, en el mes de febrero, 56 por ciento con respecto a la inflación de enero, lo que pone en entredicho la política de aumentar en 50 puntos base la tasa de interés. Este aumento no fue suficiente para, por lo menos, amainar la subida de la inflación, misión primordial de la autoridad monetaria.

El día 30 de abril (¿no es mucho tiempo, doctora?) es la fecha del próximo anuncio del Banco Central sobre el movimiento de la tasa de interés interbancaria de equilibrio (TIIE), oportunidad para que la autoridad monetaria demuestre que está dispuesta a aplicar mano dura a la oferta de bienes y servicios, cuya avaricia opera en contra de la demanda, incrementando los precios de tales satisfactores humanos. La institución tendrá que subir, por lo menos, otros 50 puntos base al tipo para encarecer el crédito y enfriar la economía. De otra suerte, doña Victoria Rodríguez Ceja no podrá entregar buenas cuentas de su papel como enemiga de la inflación y cuidadora de la capacidad de compra de los consumidores.

Lo que está ocurriendo  también pone en entredicho las expectativas de inflación general y subyacente, para los cierres de 2023 y 2024, que la treintena de especialistas de la empresa corporativa declaró en la encuesta del Banxico, levantada en febrero pasado.

Las expectativas empresariales aumentaron, respecto de la encuesta bancaria de enero. Si bien, lo que los expertos llaman expectativa mediana de los pronósticos de inflación subyacente, para el cierre de 2024, se mantuvo en niveles similares.

Pero el hecho es que el INEGI informó, este jueves 9 de marzo, que el proceso inflacionario continúa escalando:

En febrero de 2023, dice el comunicado del INEGI, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una variación de 0.56% con respecto al mes anterior. Con este resultado, la inflación general anual se ubicó en 7.62 por ciento. En el mismo mes de 2022, la inflación mensual fue de 0.83% y la anual, de 7.28 por ciento.

La inflación subyacente

El índice de precios subyacente*  tuvo un aumento de 0.61% mensual y de 8.29% anual. El índice de precios no subyacente subió 0.40% a tasa mensual y 5.65% a tasa anual.

Al interior del índice subyacente, a tasa mensual, los precios de las mercancías se incrementaron 0.65% y los de servicios, 0.56 por ciento.

Dentro del índice no subyacente, a tasa mensual, los precios de los productos agropecuarios disminuyeron 0.07 por ciento. Los de productos energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno crecieron 0.80 por ciento.

Precios al productor

En febrero de 2023, el Índice Nacional de Precios Productor (INPP) total, incluyendo petróleo, disminuyó 0.03% a tasa mensual y creció 3.36% a tasa anual. En el mismo mes de 2022, aumentó 1.37% a tasa mensual y 9.89% a tasa anual.

Por grupos de actividades económicas, a tasa mensual, los precios de las primarias incrementaron 1.52% y los de terciarias, 0.69 por ciento. Los de actividades secundarias retrocedieron 0.53 por ciento.

El Índice de Mercancías y Servicios de Uso Intermedio, incluyendo petróleo, descendió 0.37% a tasa mensual y subió 1.09% a tasa anual.

En el mes de referencia, el Índice de Mercancías y Servicios Finales, incluyendo petróleo, aumentó 0.10 % a tasa mensual y 4.28 % a tasa anual.

*La inflación subyacente (en inglés, core inflation), es un indicador que muestra la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo más precisa que la inflación general o convencional.

Este indicador de inflación nace tras la crisis energética de la década de 1970. Dada la volatilidad de los precios se veía necesario identificar las variaciones de los precios excluyendo del índice de precios al consumo (IPC) los componentes más volátiles como el índice energético:

De esta forma, se ha convertido en un indicador indispensable para el estudio del comportamiento de los precios y toma de decisiones entre los bancos centrales, entre los analistas, y en general por todo el mundo económico.

Tiene una capacidad real de reflejar los cambios en los precios de una forma menos errática, que mediante la medición de esos cambios por parte del índice de precios al consumo (IPC). (Economipedia)