Fue tan desaseado, corrupto y podrido el proceso de aprobación de las reformas constitucionales que deforman al Poder Judicial por las artificiales mayorías de Morena en el Congreso de la Unión que, de forma, sin llegar siquiera al fondo, los ocho ministros de la Corte que están en su contra bien podrían echarla abajo.
Depende ahora de que, cuando menos, medio centenar de diputados de las oposiciones presenten ante la SCJN el recurso de inconstitucionalidad. No podrán hacerlo los senadores porque no reúnen a los 50 que como mínimo requiere esta acción legal.
Sucedería esto porque ya varios de los ocho togados han dicho que ellos no renunciarán a sus cargos así y pierdan el derecho a la pensión. La justicia, como la Patria, es primero.
Y como Claudia Sheinbaum ha dicho que, ya como presidente en funciones, no nominará a quien supla en su sitial a Luis María Aguilar, quedarán siete que son la mayoría requerida para echar abajo el capricho vengativo de López Obrador:
“Si no hubiera reforma, a mí como presidenta me tocaría elegir a tres (ministros), el primero es en noviembre. Así como está, se manda una terna dos veces y si no elige directamente la presidenta, entonces me tocaría elegir uno”.
Pero como sí hubo –a las malas y todo– reforma…
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Falso que los morenistas le tengan miedo al pueblo, como se dijo en repetidas ocasiones durante las sesiones de este martes en la que fuera Cámara Alta del Congreso.
Terror, pavor, pánico es el que sí le tienen a López Obrador, a quien reverencian en público y denuestan en privado, toda vez que, cuando lo contrarían, sus reacciones son virulentas, rudas, groseras y hasta violentas.
Por eso lo ensalzan, lo agradan con acciones que saben le van a gustar, le agradecen y jamás se atreven a decirle no, aunque haga, diga, proponga o lleve a cabo locuras. Son tapetes a los que pisa, quienes no sin cierto asco le lamen las suelas.
Salomón Jara, el neomorenista que “gobierna” Oaxaca –donde la violencia y los asesinatos van al alza– ha sido el primero en no intentar siquiera que se le enredara el queso.
Y ordenó a su obediente Legislatura que, apenas instantes después de que la demolición del Poder Judicial se aprobara –haiga sido como haiga sido– en el Senado, los oaxaqueños fueran los primeros en dar su Vo.Bo. a esa locura.
En ocho minutos desahogaron el trámite.
Antes, repito, que se les enredara el queso.
Y AMLO está feliz, feliz, feliz.
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Por cierto que, en la peculiar mañanera de este miércoles donde la starlet fue Beatriz Gutiérrez Müller, López Obrador reaccionó a las filosas preguntas de la corresponsal de Univisión sobre el “chaquetazo” de la famiglia Yunes, largamente comentado.
Casi dijo que fue “de a gratis”.
Pero conociendo al descendiente de fenicios, quien es un comerciante de la política, nadie se lo creyó.
Negoció los procesos penales propios y los de su prole, más el control político de una porción del estado de Veracruz.
De eso no hablan ni el capo Yunes, ni Adán López, ni López Obrador. Borraron las huellas.
Por eso un filoso observador apuntó:
“¿Desde cuándo las putas dan factura?”
@AndySKBrown1