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Como ciertas mujeres, la presidente Claudia Sheinbaum sólo llegó media hora tarde a su compromiso en el Congreso de la Unión. Craso error de logística del equipo de ¿seguridad? que la rodea.

No fue porque dilataran de más sus peinadoras y maquillistas, tampoco porque haya habido una multitud afuera de su domicilio impidiendo la salida del vehículo que le llevaría al Palacio de San Lázaro, sino por los enormes grilletes que aún impiden que verdaderamente tome posesión de la titularidad del Poder Ejecutivo Federal.

El mayor de esos grilletes se apellida López Obrador.

Otros, no menores, son todos los integrantes de su gabinete que le impuso el expresidente.

La mayoría de las Cámaras del Legislativo que no cesaron de aclamar a AMLO también le pesan y provocaron que haya arrastrado el paso hacia el poder.

Ella misma se encadenó a López con un primer discurso como presidente en el que el papel protagónico lo estelarizó su antecesor.

¿Quién es la nueva presidente de México?

¿Qué piensa en realidad?

¿Qué va a hacer?

¿Y cómo?

Ninguna de esas interrogantes tuvo respuesta en su alocución ante los legisladores e invitados especiales. Sólo siguió el guion que escuchamos varias veces en las mañaneras del obradorato.

Se convirtió en un clon que sólo aportó un emotivo, poético, final feminista.

Por su bien, por el bien de todos, ojalá pronto se libere y se quite del tobillo esos pesados grilletes.

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Lo tenía escondido en su biografía, pero el presidente colombiano Gustavo Petro lo sacó a la luz pública.

Claudia Sheinbaum actuó en la guerrilla colombiana M-19.

Surgido en 1970, el Movimiento 19 de abril realizó acciones armadas como robos de bancos, de armas, de camiones de leche (uno de los cuales terminó en la Masacre del Suroriente de Bogotá por la Fuerza Pública), y de elementos históricos, como el robo de la espada de Simón Bolívar y de los restos de Agustín Agualongo, caudillo independentista de Nueva Granada, lo que hoy es la República colombiana.

El M-19 fue una continuación de las organizaciones guerrilleras llamadas de “primera generación”: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL), que se remontan a principios de los años 60 del siglo anterior y que en algunos casos fueron patrocinados por los capos del narco.

Bien guardadito que lo tenía… ¿por qué sería?

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No fue casual que dos de los contrincantes “históricos” –ahora que está de moda la palabra– de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, tuviesen dificultades para llevar al poder a sus alfiles en las alcaldías Álvaro Obregón y Cuauhtémoc de CDMX.

Parecía que era una vendetta. Y en política, lo que parece es… como bien decía don Jesús (Reyes Heroles) de Veracruz.

Al final, Ebrard la libró y su cercano Javier López Casarín será alcalde de la demarcación obregonense.

Monreal, no. Por más esfuerzos jurídicos que hizo su hija Catalina la titular de la alcaldía en donde su ubican Palacio Nacional, el Senado de la República y la jefatura del gobierno capitalino será la opositora Alessandra Rojo de la Vega.

Pero la 4T es generosa. Y Caty Monreal ocupará un cargo de consolación en la Secretaría del Bienestar.

Uno ganó. Otro medio perdió.

AndySKBrown1