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Ayer le escribí aquí sobre las opiniones de los politólogos harvardianos Steven  Lewinsky Steven y Daniel Ziblatt sobre diversos presidentes, tanto de derecha como de izquierda, que que electos democráticamente, pero devinieron en regímenes autoritarios.

En su obra Cómo mueren las democracias, ellos nos alertan sobre cómo sus respectivos pueblos tuvieron ante sus ojos los hechos; fueron tolerantes o no prestaron atención, hasta que cayeron en la cuenta de que sus gobiernos eran casi dictaduras.

Ante esa advertencia hice un comparativo con Andrés Manuel López Obrador y su comportamiento hacia otros poderes, como tribunales, organismos de inteligencia, la aplicación de la ley y su relación con los organismos independientes.

A López Obrador le disgustan los organismos independientes y los expertos. Cuando se refiere a ellos, lo hace con menosprecio. Considera que estos organismos autónomos y estos personajes favorecen a “los intereses de una minoría”, son “muy leguleyos” y fueron “creados por los neoliberales”, cuando este adjetivo tiene siglos de antigüedad

El caso más reciente fue el de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, para la cual impulsó decididamente a Rosario Piedra Ibarra, quien ha sido una luchadora incansable, como su madre, pero no cumple con los requisitos legalmente establecidos para el cargo. Con anterioridad AMLO acusó a la Comisión de ser “alcahuete del régimen” y olvidó que, a lo largo de 2019, ésta le hizo varias  recomendaciones que hasta ahora  no ha atendido porque las considera injustas. Punto.

Otro ejemplo es la Comisión Reguladora de Energía (CRE), encargada de ordenar el mercado, promover la competencia y proteger los intereses de los usuarios, que fue creada a raíz de la Reforma Energética de Enrique Peña Nieto; don Andrés la acusa de ser una “una gran farsa”: “se engañó -dijo- al pueblo de México haciéndole creer que se necesitaban instancias autónomas de expertos independientes”.

En marzo de 2019, don Andrés Manuel postuló ante el Senado a 12 aspirantes para formar parte de la CRE, mismos que en las audiencias demostraron ignorancia sobre la materia. Según AMLO, cumplían “con los requisitos, sobre todo el principal (…): la honestidad”. El Senado los rechazó, pero eso no fue obstáculo para que el presidente los volviera a postular y ni modo, el Senado tuvo que escoger a los cuatro  menos peores.

Un caso muy triste es el del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Le recortó el presupuesto a su mínima expresión con un buen tijeretazo a las becas en el extranjero y los viajes de los investigadores a congresos porque, según AMLO se dedicaban a hacer “turismo político”, como si la investigación en CyT no fuera relevante para el progreso del país.

El caso más grave sería el del Instituto Nacional Electoral, que sufrió una rebaja presupuestal de más de mil millones de pesos. ¿Qué el INE es grande? Sí, pero tiene muchas nuevas funciones que el Congreso le ha agregado, como organizar las elecciones en los estados. En la misma situación está el Instituto Nacional de Acceso a la Información. Peor le fue al Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, al que de plano lo desapareció.

AMLO acusa a los organismos autónomos de constituir “un gobierno paralelo”. Aquí está el meollo del asunto. A nuestro presidente no le gusta nada que rivalice con su autoridad o que cuestione sus decisiones, como si para México él fuera “la verdad y la fe”…

Con todo respeto, ministro Zaldívar,aquí le dejo lo anterior, esperando que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determine qué tan autoritario es el presidee López Obrador.

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