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Como dato anecdótico, el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, celebra su cumpleaños el mismo día que el presidente Andrés Manuel López Obrador, solo que once años menos. El año pasado, el diplomático norteamericano, que además es un enamorado de México, se congratuló de esa coincidencia de fechas, pero no pasó mucho tiempo en que las cosas dieran un giro, digamos inesperado.

Cuando Landau llegó a nuestro país a sustituír a Roberta Jacobson, la mayoría de los analistas en la relación México-Estados Unidos, coincidieron en señalar que el abogado norteamericano tiene un perfil más bien de establecer puentes para conectar entre uno y otro actor político, lo cual, era un instrumento a favor del gobierno estadounidense sobre todo, para enfriar las tensiones con su socio comercial al otro lado de la frontera, o sea, México.

Sin embargo ayer, al participar en la Concamin, -que encabeza Gustavo de Hoyos, que ha tenido serias diferencias con el presidente-,  en el XI Informe Covid-Industrial, el representante diplomático dijo de manera textual:

“Tampoco les puedo mentir, tampoco les puedo decir que es un  momento oportuno para invertir en México. Sí se ven las cosas muy desalentadoras para la inversión extranjera, en varios sectores hemos visto cosas preocupantes”. Y si a esto se agrega el constante enfrentamiento que trae López Obrador con la Iniciativa Privada no solo nacional, el escenario se pone más feo.

Muy a pesar del infundado optimismo tanto del jefe del Ejecutivo como en general del gabinete de la llamada cuarta transformación, las señales alarmantes y desalentadoras están aquí con todas sus secuelas y corren al igual que el número de contagios de Covid-19 que a diario se registran en México, en una crisis de salud que al parecer ya se le salió de las manos al subsecretario Hugo López Gatell.

Las declaraciones del embajador Landau, las hizo justo el día en que López Obrador anunció que es un hecho su encuentro ni más ni menos que con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Por cierto, el tabasqueño ya anunció que no se irá por tierra a la Casa Blanca, sino por línea comercial. Ojalá y recuerde que está obligado a guardar las normas sanitarias en el marco de la pandemia de coronavirus, porque seguramente habrá más de uno que no querrá abordar el mismo vuelo que el tabasqueño sobre todo ahora que el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, anunció  por las “benditas redes” que dio positivo a Covid-19 y apenas hace un par de días había estado en Palacio Nacional con el presidente López Obrador, desde luego sin uso de cubre-bocas, al igual que su jefe. ¿Sería porque la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero ya le regaló al responsable de las finanzas públicas sus famosas “gotitas mágicas” de nanocítricos que hacen inmune al coronavirus a cualquiera?, pues esta vez, le falló a la titular de la Segob.

En los corrillos políticos de inmediato se empezó a comentar que a lo mejor y ante la debacle económica en la que nuestro país está sumido, lo más “oportuno” para el presidente fue enfermar al secretario Herrera, así como antes le hizo con el director del IMSS, Zoé Robledo y anteriormente, con la flamante secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, antes de que explotara el escándalo de ésta y su esposo, John Ackerman por su humilde patrimonio de Casas Geo.

Acompañarán en su visita al vecino país del norte al presidente desde luego, el súper secretario y traductor oficial, Marcelo Ebrard; la secretaria de Economía, Graciela Márquez, a quien ya le han recomendado que cheque muy bien los sierres de sus pantalones, por aquello de que se le rompen y ni cuenta se da y, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, que por cierto, también ha estado medio desaparecido.

Retomando el tema Landau, unas horas después de haber hecho dichas declaraciones, quiso justificarse a la voz de que no había dicho lo que dijo, sin embargo, ahí están y dejó a cada país la decisión de atraer inversiones o “espantarlas”. Es obvio la opción por la que se ha inclinado López Obrador.

MUNICIONES

*** “La Ley de Amnistía no es un mecanismo para liberar delincuentes, sino un acto de gobierno para reivindicar los derechos de muchas víctimas, a las cuales se les trató como delincuentes, cuando en realidad sufrieron el menoscabo de sus derechos”, dijo el secretario de Seguridad Alfonso Durazo Montaño al instalar la Comisión que aplicará el nuevo ordenamiento presidencial. Durazo Montaño expresó que en las cárceles hay mucha gente que por necesidad o miedo se vieron obligados a cometer un acto ilícito, como los indígenas que, además, no contaron con una adecuada defensa. También merecen una segunda oportunidad los presos políticos o de conciencia, así como los jóvenes relacionados con delitos contra la salud solo por ser consumidores. El gobierno de México pretende, dijo el responsable de la seguridad en el país, garantizar la libertad de las personas injustamente privadas de su libertad y evitar los atropellos que se comenten cuando se tiene un sistema de justicia penal con vicios y carencias o con estructuras de seguridad corruptas y rebasadas. Asimismo, la nueva Ley permitirá despresurizar los penales ahora que se enfrenta la contingencia sanitaria por el COVID-19.

*** El que ni tardo ni perezoso debería de acompañar al presidente a su viaje a Estados Unidos, sin duda es John Ackerman, -mejor conocido como el doctor Houses-, al fin y al cabo que ni visa necesita, porque en los últimos días, ni a él, ni a su amada esposa, la titular de la SFP, les ha ido nada bien. Debido al coraje, Ackerman empezó a dar “palos de ciego” y acaso creyéndose el presidente de la República, se lanzó contra el Legislativo, específicamente en contra del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Ricardo Monreal, quien concedió una entrevista a Carlos Loret, que puso en evidencia el cuantioso patrimonio del matrimonio Ackerman-Sandoval. Quiso Ackerman girar sus apreciables instrucciones para correr de Morena y de la Cámara Alta al senador Monreal y lo único que ganó, fueron señalamientos hasta de los propios militantes morenistas, o sea, “le llovió en su milpita”. El que debería irse, sin duda es otro. Lo bueno es que el también coordinador de Morena en el Senado, ya le contestó que él no está dispuesto a involucrarse en pleitos que indudablemente, resultan muy estériles. ¡Qué tal!

morcora@gmail.com