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A unas semanas de las elecciones en EU, el gobierno mexicano y los empresarios saben que tanto Kamala Harris como Donald Trump presentan enfoques distintos que podrían redefinir el futuro de las relaciones bilaterales entre ambos países. Al respecto, analistas de INTERCAM, nos dicen: “es una realidad que los problemas para ambos candidatos son los mismos, tales como migración, relaciones comerciales, seguridad y narcotráfico, por mencionar algunos. Sin embargo, la forma de abordarlos será muy diferente entre uno y otro; mientras que el candidato republicano trae aparejado consigo una narrativa sumamente proteccionista y en su agenda incluye la imposición de aranceles, su temperamento es posiblemente una de las mayores amenazas, pues puede tener una posición confrontativa con México. En el caso de la candidata de los demócratas se espera un panorama ligeramente más benigno, pero no dejará fuera de su agenda la problemática nacional. En ese tenor, es posible anticipar volatilidad en el tipo de cambio, pues es la variable que primero se ajusta frente a un panorama incierto”.

Por supuesto, la revisión del T-MEC en 2026 será el punto toral. Entre los temas a tratar, se incluyen: la revisión de las reglas de origen, especialmente en el sector automotriz, donde Estados Unidos podría presionar por una interpretación más estricta. Políticas energéticas, la controversia sobre el maíz transgénico y el cumplimiento de México en esta materia. En materia comercial, el aumento de las importaciones provenientes de China en México, y la sugerencia de que podría ser el puente para darle la vuelta a la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a productos chinos, podría ser un punto adicional de fricción, pues México debe evitar a toda costa convertirse en el puente entre China y Estados Unidos. Si bien México ha impuesto ciertos aranceles a las importaciones chinas, la narrativa en torno al papel de China en México podría volverse un tema central durante la revisión del T-MEC. En este sentido, el secretario de economía anunció recientemente un programa para sustituir las importaciones de china, y poder coordinar políticas con Estados Unidos para mantenerse como su aliado comercial. Un tema adicional es la migración, pues se ha convertido en una preocupación de carácter nacional.

Pero lo que más debe preocupar al gobierno y a los empresarios mexicanos es la nueva política fiscal que, según analistas de ese país, deberá ser la carta principal de ambos candidatos. Ambos candidatos han señalado la importancia de modificar los impuestos corporativos. Kamala propone incrementos en la tasa actual de 21% y subirla a 28%; mientras que Trump analiza un nuevo recorte hacia 15%. Sin lugar a dudas, si Trump gana la elección, esto puede ser un factor de preocupación nuevamente para la competitividad de los flujos de IED para nuestro país. Al sumar los déficits, bajo Trump es posible anticipar que el déficit acumulado para su mandato será de 2 trillones de dólares adicionales a cualquier escenario base actual y para Kamala de 907 billones, es decir poco menos de la mitad.

En el escenario donde Donald Trump gana, y considerando que quisiera llevar a cabo un nuevo recorte de impuestos como lo plantea en su campaña, seguramente el atractivo del país también se verá mermado con amenazas de nuevos aranceles, lo que podría implicar que ciertos proyectos decidan no ubicarse en México. Recientemente, Donald Trump amenazó con imponer un arancel a los vehículos eléctricos enviados desde México con una tasa de 200% y al productor de tractores John Deere con una tasa igual si decide instalar una planta en México. Adicionalmente, Tesla decidió posponer la GigaFactory que había anunciado en Nuevo León con motivo de la incertidumbre arancelaria.

Adicionalmente, bajo el mandato de Trump la lucha contra la inflación podría obstaculizarse, pues la imposición de aranceles podría tener un efecto puntual, ya que generalmente estos incrementos se trasladan directamente al consumidor. Adicionalmente, vale la pena señalar que bajo un escenario donde Trump salga victorioso, podríamos ver la continuación del mercado alcista en Estados Unidos, dándole en el corto plazo la posibilidad de alcanzar nuevos máximos históricos. La extensión de recortes de la tasa impositiva a los corporativos que vence en el 2025, podría ayudar a detonar mayor apetito por activos considerados de riesgo ante la expectativa de mayores utilidades en el futuro. Para el dólar la reacción esperada sería de fortalecimiento, a pesar de que sería contrario a lo que desea el candidato republicano en aras de mantener la competitividad de los productos americanos.

Para nuestra moneda, la victoria del candidato republicano podría tener un efecto inmediato en mayores episodios de volatilidad, dado su perfil, es posible anticipar un tipo de cambio más depreciado y por encima de su nivel de equilibrio. Además cualquier amenaza en torno a la cancelación del TMEC tendría un efecto más puntual pues implicaría un cambio dramático en la relación comercial y bilateral. No obstante lo anterior y a pesar de que nuestro escenario central es que nuestra moneda absorba todos los choques, consideramos que para Trump las amenazas son solo una herramienta en aras de conseguir mejores y mayores beneficios para Estados Unidos, por lo que se reduce a “pirotecnia” mas no un cambio estructural en la relación entre ambos países.

Caso contrario en el caso de que Kamala Harris ganara, podríamos anticipar que el incremento en impuestos corporativos, podría ser benéfico para nuestro país en términos de captación de IED en México. Para el mercado de capitales en Estados Unidos, podríamos esperar una toma de utilidades ante valuaciones que lucen adelantadas y la expectativa del regreso hacia impuestos corporativos más elevados. En cuanto a la paridad pesos por dólar, podría mantenerse relativamente estable durante algunos meses, derivado de una expectativa más favorable de cara a las negociaciones entre México y Estados Unidos. La retórica arancelaria puede ser similar a la actual, sin un deterioro mayor al actual. La revisión del TMEC se enfocará a la agenda demócrata en torno a las cuestiones laborales, sumado a las disputas que se encuentran actualmente abiertas, mientras que no descartamos un mayor proteccionismo, aunque las negociaciones podrían ser menos atropelladas. En general, podríamos anticipar un panorama más benigno.

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