Compartir

Es inútil acusar de sabotaje los cortes de cable registrados en las instalaciones del Metro de la Ciudad de México. Todos los directores, incluyendo Guillermo Calderón, saben que se trata de vil robo: cada metro de cable pesa hasta 8 kilos por metro por el cobre que lo compone, y que se han detectado extracciones de tramos de 100 metros o más, una cantidad que obvio no cabe en bolsas de plástico o en loncheras, pero que representa un negocio que requiere de complicidades dentro del sistema de transporte a fin de cortar, trasladar en los túneles y rebobinar desde el exterior.

La Guardia Nacional de Andrés Manuel López Obrador puede disuadir en algunos momentos se cometa ese pillaje, pero no evitarlo. El fondo del problema es la falta de presupuesto -denunciado largamente por los viajeros- tanto para conservación de la infraestructura pero también para contar con servicios especializados de seguridad y prevención del crimen que ataje las raterías de un tipo de crimen organizado que nada tiene que ver con maniobras de desestabilización política.

Vaya, lo que el Metro requiere son recursos, dinero, saldo positivo, plata que supere los 5 pesos que paga cada usuario por viaje y los otros 5 pesos de subsidio que recibe del gobierno de la CDMX.

El Metro no tiene recursos propios ni para reparar sus instalaciones. De los 18.8 mil millones de pesos de presupuesto en 2022, 14 mil millones son subsidio al costo del boleto, quedando 4.8 millones para inversión que a todas luces es insuficiente. Cada convoy nuevo cuesta arriba de 300 millones de pesos, y no se hable de lo requerido para modernizar centros de control, señalización, telecomunicaciones, vías, red eléctrica, túneles y estaciones.

Para cubrir el costo operativo, reparar infraestructura y comprar cada año de dos a tres nuevos trenes que sustituyan los cacharros que aún circulan, el precio tendría que ubicarse en 15 pesos el viaje ¿Hay manera de solventarlo? Claro, siempre y cuando cada parte aporte lo suyo.

Boleto a 15 pesos y teorema de la tortilla

En 1969, cuando se abrió el primer tramo de 12 kilómetros de Metro el costo era de 1.20 peso el boleto y de un 1 peso en paquete de 5 unidades. El kilo de tortilla costaba en promedio 1.21 pesos. Es decir, un boleto, un kilo de tortilla.

En la medida en que se agregaron más kilómetros (hasta llegar a los 226.4 kilómetros) y el costo del boleto no varió significativamente, el Metro se hizo deficitario; por ello recibió subsidio del gobierno federal hasta la administración de Ernesto Zedillo… pues el gobierno de Vicente Fox, al entrar en conflicto con López Obrador, optó por que se le retirara el subsidio federal; en tanto que el gobierno capitalino entonces perredista lo consideró una “victoria política” para lograr mayor autonomía para el entonces Distrito Federal.

El desastre presupuestal se pintó desde hace 23 años y se dejó correr hasta la fecha.

Actualmente el precio por boleto es de 5 pesos y la tortilla es de 22 pesos: es decir, un kilo de tortilla cuesta lo de 4.4 boletos. Los 10 pesos por pasajero que recibe el Metro (boleto mas subsidio) implica que 5 pesos faltantes se pagan con deterioro, tragedias y desarticulación de la movilidad capitalina.

Para ampliar el monto de inversión física a cerca de 8.4 mil millones de pesos anuales se requiere que la federación retome el subsidio y que el gobierno del estado de México aporte otra parte pues 2 millones de mexiquenses usan diariamente el Metro.

Lo ideal sería que los ciudadanos aportaran una parte pues el aumento efectuado en 2013 por Joel Ortega, entonces director del Metro ya fue pulverizado por la inflación. Pero considerando que ese aumento desató la ira de los líderes de Morena (y que la tarifa ha sido históricamente un instrumento político), es imposible que el gobierno de Claudia Sheinbaum tome una decisión semejante.

Pero los recursos son urgentes, tanto como su aplicación transparente y efectiva… y dejar de perseguir latas de cerveza o aspas de lavadoras.

Kenia y la Alianza hacia CDMX

Aún falta tiempo para las elecciones de 2024, pero en la Alianza Va por México se empiezan a barajar distintos nombre como posibles candidatos al gobierno capitalino: se habla de Mauricio Tabe, de Adrián Ruvalcaba, de Sandra Cuevas y de la senadora Kenia López Rabadán; esta última ha visto crecer su presencia pública tanto por sus “contramañaneras” como por su muy activa participación legislativa en la Cámara Alta.  No la pierdan de vista.

@mfloresarellano

mflores37@yahoo.es