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Don José López Portillo fue franco al señalar que su hijo José Ramón era en ese momento el orgullo de su nepotismo. Desde la Presidencia de la República (1976-1982) y a insistencia de Miguel de la Madrid, quien fungía como titular de Programación y Presupuesto, lo hizo subsecretario de esa dependencia.

Con esa jugada, De la Madrid acumuló puntos para ganar la candidatura priísta a la Presidencia de la República. La alcanzó porque don José intuyó que el problema económico de México se resolvería con un presidente economista que, ¡oh paradoja! –o parajoda, como bien dice el admirado colega Carlos Ferreyra–, ¡no era economista!

Así nos fue: la mayor inflación de la época, el mayor endeudamiento, la aniquilación de las clases medias, el enorme crecimiento de la pobreza…

Desde entonces lo titulares del Ejecutivo Federal se cuidaron de ejercer el nepotismo desde su cargo de alta responsabilidad. Hasta que a la Presidencia llegó esa cosa que llaman Cuarta Transformación… con la honrosa excepción ya descrita al principio de este texto que es la señora Sheinbaum.

¿Pero qué es el tal nepotismo?

Valga ilustrar a la chairiza que luego se queda lela si es que acaso alcanzó a leer hasta aquí.

De acuerdo con la Wikipedia, el nepotismo es la preferencia que tienen algunos funcionarios públicos para dar empleos a algunos familiares o amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza.

¿Y de dónde proviene la palabreja?, preguntarán.

Nepote, en italiano, es el término que se usa para sobrino.

Y surge en la Edad Media, de acuerdo on la misma fuente, cuando algunos Papas y obispos católicos criaban sus hijos naturales como “sobrinos” y les daban preferencia.

Algunos Papas, incluso, son conocidos por haber elevado a sus parientes a cardenales de la Iglesia.

Así, el papa Calixto III, de la familia Borgia, convirtió a dos de sus sobrinos en cardenales; uno de los cuales, Rodrigo, usó esta posición para finalmente llegar a ser pontífice al que se conoció como Alejandro VI.

El mismo Alejandro VI promovió al joven Alejandro Farnesio, hermano de su amante Julia Farnesio, como cardenal que llegaría a ser Papa con el nombre de Paulo III. Y Paulo III también practicó el nepotismo al promover como cardenales, a sus dos nietos (de catorce y dieciséis años).

Para no variar, AMLO se traicionó

López Obrador nunca cumplió sus compromisos. Por ejemplo el 13 de junio de 2019, el entonces presidente comentó en su matiné el tema de sus familiares dentro del gobierno y mostró una carta firmada por él y enviada a los servidores públicos de su Administración.

“Me dirijo a ustedes con la instrucción clara y precisa de no permitir, en ninguna circunstancia, la corrupción, el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, ninguna de esas lacras de la política del antiguo régimen. No acepto, en ninguna circunstancia, que miembros de mi familia hagan gestiones, trámites o lleven a cabo negocios con el gobierno en su beneficio o a favor de sus recomendados”, expresó.

La prohibición, se extendía hasta su esposa, hijos, hermanos, hermana, primos, tíos, cuñados, nueras, concuños y demás familia cercana o distante.

“No tienen la obligación de escuchar propuestas indecorosas de nadie. Y en el caso de mis familiares, ni siquiera de recibirlos en sus oficinas o contestarles el teléfono. Nada de nada”, sentenció.

Pero…

Indicios

La influencia de Beatriz Gutiérrez Müller en la vida pública de México fue innegable. De ella surgieron las ideas –llevadas a la práctica por su esposo– de demandar y exigir que el reino de España presente disculpas a México por los “atropellos” que se cometieron hace cinco siglos durante la conquista al territorio mexica. De ella, también, la iniciativa de cambiar el nombre histórico de “La noche triste” por el de “La noche victoriosa” en una plazuela donde languidece un enfermo ahuehuete. Y también la de los muy adelantados festejos de los 500 años de la caída de Tenochtitlan –deberían festejarse hasta 2027–, aunque el colmo fue comparar a AMLO con Quetzalcóatl en un reel que se distribuyó en redes sociales. Influyente reescribió la historia la señora que se negaba a ser llamada Primera Dama, pero actuaba tal cual lo hicieron las que aún llamábamos así. Peor aún, pues ninguna de las anteriores esposas de un Presidente cambió la historia nacional. No deben soslayarse los nombramientos de sus allegados como embajadores del Jefe del Ejecutivo ante naciones amigas, Y, claro, la que tuvo y fue definitiva en la renovación o adecuación a la 4T de los Libros de Texto Gratuitos. Recuérdese que el controvertido Marx Arriaga, encargado de cambiar sus contenidos, aún es protégé de la señora Gutiérrez. * * * Por hoy es todo. Reconozco que haya leído hasta aquí –a diferencia de los chairos que dejaron de leer en el primer párrafo– y le deseo, como siempre, que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

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