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“La actividad económica en agosto, fue mucho mejor que lo estimado”, me comentan analistas de Citibanamex.  El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) aumentó 1.0% mensual en agosto, por arriba de nuestra proyección de un crecimiento de 0.0% mensual. Este resultado también es mejor que el incremento mensual registrado el mes anterior y es la cifra más elevada de los últimos cuatro meses”. Para muchos analistas la sorpresa se debió a los avances en el sector agropecuario y los servicios. Durante agosto los servicios aumentaron 1.2% mensual, luego de la expansión de 0.6% en julio. Este resultado reflejó principalmente el fuerte crecimiento de la actividad en hoteles y restaurantes (5.0% mensual), servicios profesionales y de apoyo a los negocios (1.3%), comercio al mayoreo (1.3%), y transportes e información en medios masivos (1.2%). El sector agropecuario se expandió 3.6% mensual, desde el crecimiento de 0.7% en julio. La producción industrial (PI) observó una variación mensual de 0.0%, a medida que el aumento de la minería fue compensado por caídas en construcción, electricidad y manufacturas, y luego del crecimiento de 0.4% registrado el mes anterior.

El IGAE creció 5.7% anual en cifras sin ajuste estacional (aumento de 1.3% anual en julio). Este aumento fue mayor que nuestra estimación de 4.1% anual y que la proyección del consenso de 3.3%. Se explica por las expansiones en servicios (6.6% anual), sector agropecuario (4.4%) y PI (3.9%, dato que ya se conocía). Sin embargo, probablemente deberíamos evitar dar mucha importancia al elevado crecimiento de la actividad en términos anuales dados los importantes efectos de base de comparación. En particular, nos referimos a la caída significativa en la actividad hace aproximadamente un año debido al impacto de la reforma de subcontratación laboral en el subsector de servicios de apoyo a los negocios.

Las cifras de actividad económica en agosto parecen una anomalía —que sin embargo es suficiente para que revisemos nuestras estimaciones del PIB—. Después de un par de meses con un crecimiento débil, la actividad económica repuntó ligeramente en julio, pero la verdadera sorpresa llegó en agosto, en particular en los servicios. Desde hace tiempo hemos argumentado que, incluso en medio de una desaceleración en EUA, esperábamos que la economía mexicana se mostrara resiliente, en particular el sector de servicios, cuya recuperación post-pandémica ha sido en general más gradual que la de otros sectores. No obstante, en realidad anticipábamos una ligera contracción de los servicios en agosto, que claramente no se produjo. En este sentido, consideramos que el crecimiento de agosto fue un dato anómalo, y seguimos estimando que el entorno de menor crecimiento externo, alta inflación y elevadas tasas de interés afectarán de manera más evidente la actividad a partir del 4T. Los indicadores oportunos sugieren que la actividad disminuyó ligeramente en septiembre (estimamos el IGAE en -0.3% mensual). Considerando las cifras de hoy, eso implicaría un crecimiento trimestral del PIB de 0.9% en el 3T22 (la estimación oportuna de INEGI se publicará el próximo lunes 31), mayor que nuestra proyección anterior de 0.3% trimestral. Así, esperamos que la actividad se desacelere en el 4T (+0.2% trimestral), pero con la revisión al alza de las cifras del 3T, nuestra nueva estimación de crecimiento del PIB para 2022 ahora es de 2.6% desde el 2.1% anterior.

La inmovilidad durante la pandemia, no redujo la contaminación.

Pese a las restricciones por la pandemia, las concentraciones de ozono y de partículas ultrafinas, finas y gruesas (PM2.5 y PM10) no disminuyeron en el segundo trimestre de 2020 en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM). Ciertamente, el confinamiento por el Covid-19 redujo transitoriamente entre 13% y 65% el nivel de 6 contaminantes.

De acuerdo con un estudio del BBVA México, la pandemia por COVID-19 en 2020 trajo consigo la implementación de drásticas limitaciones a la movilidad, en conjunto con la reducción o suspensión de diversas actividades económicas. El fuerte confinamiento ocasionó una caída súbita de la movilidad no observada anteriormente, y con ello la posibilidad de un experimento natural para identificar y medir la respuesta de los contaminantes del aire ante esta disminución. 

La medición del efecto de la movilidad restringida y el bajo nivel de actividad económica sobre la calidad del aire se estimó a partir de modelos econométricos de datos panel con información diaria, utilizando la metodología de errores estándar de Driscoll & Kraay, la cual permite corregir problemas de paneles largos y dependencia de sección cruzada. 

La investigación en el documento estudia la variación de diversos contaminantes en el aire durante los primeros cinco trimestres tras el inicio de la pandemia, del segundo trimestre de 2020 al segundo de 2021. El escenario de comparación, el contrafactual, corresponde a la tendencia mostrada por cada uno de los contaminantes entre 2015 y 2019, controlando por las variables atmosféricas de temperatura, humedad relativa, velocidad del viento y precipitaciones pluviales, así como la diferencia en la actividad humana en los diferentes días de la semana.

Se analizaron los niveles de nueve contaminantes en el aire en la ZMVM: dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOX), monóxido de nitrógeno (NO), dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO), ozono (O3), partículas finas y ultrafinas (PM2.5), partículas gruesas y finas (PM10) y partículas de fracción gruesa (PMCO). 

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Tuiter:@Edgar4712