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En su video semanal, Ricardo Anaya advierte sobre los peligros de lo que llama “una transformación de cuarta”, que está conduciendo al país hacia “un régimen autoritario de corte populista”.

Asegura Anaya que “la manera en que López Obrador está concentrando todo el poder es muchísimo más grave de lo que mucha gente cree”. Y explica que “dos cosas distinguen a los regímenes autoritarios y populistas: 1) la obsesión de control, que se traduce en la concentración del poder en manos de una sola persona; y 2) el desmantelamiento de todos los contrapesos, que incluye la persecución de opositores que estorban y, en el caso presente, la destrucción de instituciones como el INE, el INAI, además de los ataques a la Suprema Corte.

Advierte también que es una falacia pensar que los regímenes autoritarios traen resultados positivos. Recuerda que hay gente que piensa que “no está mal que un hombre fuerte concentre todo el poder”, alegando que “en otras partes del mundo ha funcionado”, como en Singapur. Pero esa gente olvida que aun en casos de éxito en el aspecto material, los regímenes autoritarios acarrean pérdida de libertades y mucho dolor humano. En el mismo sentido, continúa Anaya, quienes hablan maravillas del gobierno cubano “mandan a sus hijos a estudiar a Estados Unidos y a Inglaterra. O sea, si el régimen cubano es tan maravilloso, ¿por qué no mandan a sus hijos a Cuba?”

“Por cada Singapur, concluye Anaya, hay decenas de Cubas, Venezuelas, Nicaraguas y Coreas del Norte. Los regímenes autoritarios siempre acaban mal, con mucha gente sufriendo y perdiendo lo poco que tenía. Y, por el contrario, la realidad es que los países más desarrollados del mundo, en los que la gente vive mejor, tienen democracias funcionales y sistemas de mercado, no regímenes autoritarios”.

Más aún, en los regímenes autoritarios y populistas, “cuando el hombre fuerte que concentra el poder se equivoca, las consecuencias son devastadoras. Van a ver lo que le viene a China en las próximas décadas, por la política de un solo hijo que implementaron entre 1979 y 2016. Está clarísimo: el autoritarismo (el que una persona pueda decidir todo) casi siempre acaba mal; tú pierdes tus libertades supuestamente a cambio de seguridad y prosperidad, pero acabas sin libertades, sin seguridad y sin prosperidad”.

“En México la lógica es muy simple: para poder concentrar todo el poder, López Obrador está destruyendo o tratando de destruir a sus opositores y a todos los contrapesos”. Si lo permitimos, “esto va a acabar muy mal. Y fíjate, hasta los seguidores de López Obrador deberían preguntarse qué pasaría si llega a la Presidencia alguien a quien detesten, cuando ya no haya contrapesos y otro presidente autoritario pueda ejercer su poder sin límite. Por eso digo que esto a nadie le conviene”, sentencia Anaya.

“La buena noticia es que aún hay esperanza. Por muchas razones, pero especialmente porque hay una institución que está resistiendo y encabezando la defensa de la Constitución. Y es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ya detuvieron el Plan B electoral y la militarización. Gracias en buena medida a la Suprema Corte y a su presidenta, aún hay esperanza, pero no tenemos mucho tiempo”.

Finalmente, Anaya hace un llamado enfático: “en 2024 tenemos que salir de manera masiva a votar, sí en contra del autoritarismo, pero sobre todo a favor de la prosperidad, a favor de la seguridad y a favor de la libertad”.