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A dos semanas de la reunión del presidente Andrés Manuel López Obrador con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris la agenda bilateral sigue engrosándose a partir de una serie de diferencias que podrían tener impacto en nuestra economía.

Los temas van desde la protección a las inversiones en el sector energético hasta el cumplimiento de compromisos laborales pasando por el comercio agroalimentario.

El último rubro es relevante si pondera que desde el año pasado existe una prohibición para la importación de glifosato y maíz transgénico, dos productos que vienen del otro lado del rio Bravo.

Por lo pronto, el Juzgado Octavo de Distrito en Materia Administrativa de la Ciudad de México acaba de desechar la suspensión del Decreto que prohíbe el uso del glifosato y del maíz genéticamente modificado, publicado el 31 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación.

Como imaginará el tema es visto por preocupación por el Consejo Nacional Agropecuario (CMA) que preside Juan Cortina Gallardo por el impacto puede tener en la producción de alimentos la prohibición a importar el herbicida, y en el caso del maíz genéticamente modificado el daño sería a la cadena pecuaria. 

Queda claro que el sector privado no en contra de buscar alternativas para un campo que sea sustentable, ya que los avances en semillas de producción hibrida, en México han logrado rendimientos similares a los de Estados Unidos o Brasil, amen que estamos en una importante sequía.

Para el CNA seguirá la incertidumbre en el campo a partir de interpretaciones radicales y alejadas de la ciencia por parte del poder judicial en el entendido que cualquier cambio en la producción impacta en los precios de los alimentos que, dicho sea de paso, ha impactado los niveles de inflación al rebasar el 6 por ciento anual apenas en abril pasado.

Añada que a la fecha, el glifosato no puede ser reemplazado por otros productos en el mercado, debido a que no cuentan con los mismos atributos, incluidos la inocuidad ambiental y de salud, y que tanto la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos lo han revisado con enfoque científico y han concluido que es seguro para la salud humana y el medio ambiente.

Por otro lado, prohibir el uso de maíz genéticamente modificado implicará riesgos de desabasto de alimentos humanos y pecuarios, así como en ingredientes básicos para la elaboración de cerveza, alimentos para la nutrición animal, bebidas y medicamentos.

Me refiero a la importación de maíz amarillo que es un insumo fundamental para la producción de alimento, e incluso al limitarse la disponibilidad de granos forrajeros México tendrá que importar proteína animal que por cierto hoy exporta nuestro país con mucho éxito.

Además prohibir esas compras de maíz traería presión en sustitutos de la gramínea como sorgo, trigo, cebada y el propio el maíz blanco, aumentando también los precios y la producción de pan, leche, huevo, jarabes y almidones productos de alta demanda.

Pero como le digo, se lastima el comercio entre México y Estados Unidos, y puede dar lugar a posibles represalias a las exportaciones de alimentos nuestro país.