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Imposible de aceptar que el presidente Joe Biden – católico, pero mañoso, o mañoso por católico- se haya sentado a hablar con el presidente Andrés Manuel López Obrador de asuntos tal idílicos y color de rosa como el “fortalecimiento” de las relaciones económicas y comerciales. Contar ese cuento es una niñería, cuando menos de aquellos panistas que creían en Santa Claus y los Reyes Magos,

No hombre, las relaciones económicas y comerciales se fortalecen solas y, además, están muy fortalecidas por el comercio entre ambas economías y las inversiones directas en áreas, clave para los estadounidenses, de la economía mexicana, como el sector energético, por poner un ejemplo.

Vea; Tan sólo en 2021, el intercambio comercial entre México y Estados Unidos alcanzó la cifra récord de 661 mil 164 millones de dólares, de acuerdo con cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos. Sólo fue superado por la economía canadiense. Canadá fue el principal socio comercial del imperio con un comercio, de ida y vuelta, de 664 mil 161 millones de dólares.

México inunda los supermercados estadounidenses de aguacate porque los estadounidenses enloquecen por esa suave y delicada fruta cuya pulpa es casi crema que puede combinarse con los mejores quesos del mundo. O para lo 40 millones de mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos, poder preparar un exquisito guacamole.

Y así con otras importaciones mexicanas tan atractivas para el consumidor de las clases medias “americanas”, como un automóvil de clase, de lujo, o de super lujo, fabricado en las automotrices mexicanas. Muy buenos negocios realizan los exportadores mexicanos con los consumidores gringos, que – con dinero hasta los perritos bailan – compran en alguna distribuidora un auto mexicano.

Así que el fortalecimiento económico y comercial entre ambas naciones se da por oferta y demanda. Un decreto gubernamental no tiene nada que hacer en las relaciones de producción y de consumo de las economías del mundo.

Así que el hecho de que, formalmente, México, Estados Unidos y Canadá hayan acordado “fortalecer sus relaciones económicas y comerciales” es irrelevante y más irrelevante, y sí burocráticamente innecesaria la creación de un comité conjunto de planeación y sustitución de importaciones en América del Norte, que supuestamente impulsaría el desarrollo, la cooperación y el bienestar en todo el continente. Qué rimbombante. Para una declaración demagógica está ni mandado a hacer ese vacío lenguaje de comunicado conjunto, redactado por los asesores presidenciales desde mucho antes del encuentro de los tres lideres de Norteamérica.

Tampoco se requiere de un grupo tripartito de 12 especialistas encargado de motivar, persuadir y convencer a empresarios, trabajadores y servidores públicos de los respectivos gobiernos a impulsar el fortalecimiento de las relaciones comerciales.

Vivimos en un mundo capitalista en el que las relaciones económicas de los países de mueven por las leyes de la oferta y la demanda. Que los consumidores demandan huevitos de codorniz y los granjeros mexicanos crían las codornices, pues ya la hicieron porque los gringos les comprarán toda su producción.

Lo demás, los discursos salen sobrando. Los grupos de trabajo, igual. Y la integración económica y comercial de todo el continente americano, el bienestar de los pueblos y las nuevas relaciones de cooperación, aunque hayan sido temas prioritarios en el diálogo de AMLO, Biden y Trudeau, no pasan de ser sueños guajiros.

Y no hay ninguna garantía, absolutamente ninguna, de que las relaciones económicas y comerciales pongan fin al “viejo intervencionismo hegemónico” y encaminen a todos los países hacia la igualdad, la buena vecindad, la amistad y el establecimiento de alianzas económicas. En América nuestras economías son tan disparejas,

¿Se pasmó la actividad industrial?

El reporte del Instituto de Estadística y Geografía, divulgado este miércoles 11 de enero, da la impresión de que, en el mes de noviembre, se estancó la actividad industrial de la economía nacional. El IMAI (Indicador Mensual de la Actividad Industrial) no presentó cambio a tasa mensual. ¡Se pasmó!

Por componente, y con series ajustadas por estacionalidad (ya saben que es estacionalidad. Lo he explicado un montón de veces,), en noviembre de 2022, la variación mensual fue la siguiente:

Construcción aumentó 0.7 %; Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final, 0.4 %; Industrias manufactureras y Minería disminuyeron 0.5 % cada uno.

A tasa anual y con series desestacionalizadas, el IMAI se incrementó 2.9% en términos reales, en noviembre pasado. Por sector de actividad económica, Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final ascendió 5.5%; Industrias manufactureras, 4.5%; Construcción, 0.8% y Minería descendió 0.5 por ciento.