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Es muy explicable que Xóchitl Gálvez, personaje brotado de la nada, ahora sea popularísima en los círculos opositores, sea vedette, la noticia en la mayoría de los medios de información y propaganda corporativos. Y es explicable porque la oposición no encontraba un camino, una causa, un líder – ¿y ya lo encontró?- para confrontarlo con su gran enemigo, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Con la todavía senadora, la oposición halló una razón de ser, si importar las contradicciones en la vida política de la candidata.

Mientras los aspirantes a la candidatura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) van viento en popa recorriendo el país para ganar el voto de sus correligionarios y representarlos en las elecciones presidenciales de 2024, los partidos que conforman el Frente Amplio Por México no hallaban un candidato que pudiera hacer frente a Morena. Y, preocupante para muchos panistas, porque a pesar de Xóchitl Gálvez, aun no lo han encontrado, ante la conducta política de esta senadora, denunciada en muchos medios de información que la colocan en entredicho.

Hay conservadores, los que han dejado al PAN, los que consideran al PAN como hijo del diablo, que no entienden por qué Xóchitl es la elegida.  No los representa. Ella, en realidad, no es panista. Es una senadora externa. Los conservadores, así autodenominados, ese sector de la derecha, que no tienen un partido en el cual confiar, apoyan la candidatura independiente de Eduardo Verastegui. Gálvez no los convence. Se mueve más por el odio al presidente López Obrador que por los interés, los objetivos, del PAN.

Verástegui es actor, productor, excantante y activista político ultraconservador y de extrema derecha mexicano. Antes de iniciar su carrera en la actuación, Verástegui fue uno de los miembros originales del grupo de pop Kairo, desempeñándose como cantante y corista, de acuerdo con Wikipedia.

Al mismo tiempo, el periodismo ha descubierto que el discurso de Xóchitl Gálvez adolece de muchas inconsistencias; así como ella dice una cosa, dice otra, contradictoria y, poco a poco, muchos se han dado cuenta de esta realidad. No es nada bien vista, además, por los ultraconservadores que se salieron del PAN, porque este representa al mal.

Pese a que hay algunos que estiman que Gálvez ha incrementado sus momios conforme han pasado los días, el Frente Amplio por México aún no logra el porcentaje de sufragios necesarios para ganarle al candidato o candidata de Morena. No hay que olvidar que la oposición tiene que enfrentarse a un partido ganador y que se ha mantenido en la cima de la popularidad. Así lo atestiguan las casas encuestadoras de todos los signos. Cualquier respetable lector puede incursionar en las páginas electrónicas de las encuestadoras y ver los porcentajes concretos que posicionan a los partidos políticos de cara a su participación en las elecciones del año venidero.

Así que la popularidad de Xóchitl Gálvez es considerada efímera.  Ella misma la está destruyendo con sus propias contradicciones. Unas veces afirma que es troskista, pero siendo el troskismo algo así como una secta marxista que habitó en las catacumbas, los militantes, ninguno, recuerda a la hidalguense como parte de ese club revolucionario. Ah, y lo más importante. La ya casi candidata presidencial del PAN – en realidad, el Frente Amplio es nada más un parapeto opositor, pero el verdadero opositor es el      PAN, porque ni PRI ni PRD representan al grueso de los opositores- no puede responder por su capacidad para ser conductora de un país tan complejo como México, en donde viven 130 millones de personas, de las cuales el 37.7% de la población se encontró en pobreza laboral en el primer trimestre de 2023, porcentaje que es menor en 1.1 puntos porcentuales respecto del dato del primer trimestre de 2022, cuando 38.8% de la población se ubicó en esa situación, de acuerdo con el Coneval.