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Era de esperarse que los fuertes se comen a los débiles, la queja de Gerardo Fernández Noroña contra los exorbitantes y groseros gastos de las corcholatas Claudia Sheinbaum, Adán Augusto y Marcelo Ebrard estaban más que cantadas.

Naturalmente que iban a tapizar el país con sus espectaculares, con la propaganda más visible en una autentica campaña presidencial, sin restricciones y sin el mínimo respeto a las leyes electorales. Es decir, al diablo las reglas del INE.

La instrucción del que manda en Palacio Nacional es que sus corcholatas echaran toda la carne al asador y que no se preocuparan por nada. Que la idea es llevar el mensaje a todos los rincones del país para que siga la 4T.

Desde luego que Noroña no supo de esa instrucción porque él es candidato de los aliados de Morena, es decir del PT de Alberto Anaya, un partido satélite que ha sobrevivido al margen del fuerte en el poder.

La estrategia de López Obrador con este dispendió de espectaculares, no es otra cosa que mantener en el país su presencia, que son las corcholatas y que no hay más candidatos que los morenos.

Qué tan grosera es la presencia de espectaculares de esas tres corcholatas que el propio Ricardo Monreal pidió al partido de Mario Delgado que regulara esos gastos, sin duda sabe que no es una buena señal por el ostentoso gasto que se hace y que es una incongruencia con el mensaje del Presidente que vela por los mexicanos más pobres.

El gasto que el Presidente impulsa para ese sector de los más vulnerables se enfoca en el programa de adultos mayores, más becas educativas, programas a mujeres embarazadas, personas con discapacidad y el programa sembrando vida, suman unos 20 millones de beneficiados.

Para que se de una idea del costo que están pagando o que están costando esas campañas adelantadas, Santiago Creel, presidente de la Cámara de Diputados y aspirante Presidencial, reveló que una pantalla en el Aeropuerto de la Ciudad de México cuesta alrededor de 90 mil pesos, y el contrato es mínimo para tres meses.

Creel aprovechó el espacio de la discusión de exigirle pida licencia, con sus pares de Morena en el Senado de la República que preside Alejandro Armenta, un candidato, también, aspirante a gobernar Puebla y con mucha ventaja para alcanzar la candidatura de Morena.

Entonces, Creel dijo que sí alguien ve una de esas pantallas con una corcholata, pues podría hacer cuentas y decir que ahí están unos 300 mil pesos.

Que un mitin de 20 mil personas, equivale a un costo de 15 millones de pesos, y si hacemos cuentas, Claudia Sheinbaum realiza dos por día.

Creel señaló que están gastando una millonada y que los cinco millones de pesos que les ofreció aportar el partido, es para taparle el ojo al macho o tapar el sol con un dedo, porque lo que gastan en despliegue, el derroche de recursos es idiota.

Por eso les llamó corcholatas ricas, una contra respuesta al mote de fifís que implementó el Presidente para los conservadores o pudientes y sus partidos de oposición.

Gerardo Fernández Noroña sabe que hay patrocinadores muy grandes económicamente atrás de las tres corcholatas y será muy difícil competir, sin embargo, desnudarlos con la inconformidad, también es parte de la política. Peor es quedarse cayados, aunque saben que no pasará nada. En Palacio lo tienen todo controlado y autorizado.

LOS CHAIROS NO COMEN EN POLANCO

Xóchitl Gálvez recibió aplausos, gritos de ¡Presidenta! ¡Presidenta! y apapachos de los comensales de un restaurante en la Ciudad de México. Fue un contraste al que vivió su adversaria por Morena, el martes pasado, Claudia Sheinbaum en San Pedro, Nuevo León. Allá la ex jefa del gobierno de la CDMX al despedirse de los comensales frente a su mesa con un “buenas noches”, recibió la frase con un “Adiós destructores del país” y más.

Lógico que cualquier político que es increpado por la sociedad, reciente el golpe bajo, le desmotiva y desmoraliza, vaya a Sheinbaum se le notó, como cualquier ser humano su incomodidad y cabizbajo salió y solo levantó la mano para despedirse.

Obvio, la respuesta de los comensales la cimbraron, no lo esperaba.

La diferencia del comportamiento en los restaurantes es simple, hay inconformidad del grueso que acude a esos centros gastronómicos, son clase media o más, y donde vaya Doña Sheinbaum ese será el mensaje que recibirá, igual que el Presidente, ahora en los aviones comerciales y los aeropuertos, reclamos y más reclamos. Lamentablemente para la corcholata consentida, lo chairos no comen en Polanco.

Jachavez77@yahoo.com