Compartir

ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ

Morena ha manchado a los grandes movimientos izquierdistas

a polémica desatada por Pedro Salmerón, quien se desempeñaba como director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), tras calificar a los asesinos del empresario Eugenio Garza Sada como «valientes jóvenes de la Liga Comunista 23 de septiembre”, habría que remitirse al ensayo de Héctor Daniel Torres Martínez, publicado por la Universidad de Guadalajara, bajo el título La influencia jesuita en la conformación de la Liga Comunista 23 de Septiembre durante la década de los setentas del siglo XX en México. Tras exponer los fines de la creación en 1943 del Tecnológico de Monterrey por el propio Garza Sada y otros empresarios afines – contar “[…] con personas capacitadas técnica y profesionalmente para hacer frente a los requerimientos de la reciente industrialización y bonanza económica”– ahí se lee que “… a inicios de la década de los sesentas se integraron al ITESM algunos jesuitas progresistas influidos por la Teología de la Liberación quienes ‘[…] a la luz del Concilio Vaticano II, promovieron la formación de Centros de Información y Acción Social’. Los informes de inteligencia mexicana señalan al respecto que estos sacerdotes estaban de acuerdo con ‘la nueva línea mesiánica de la ´JUSTA VIOLENCIA’. Mencionan además que ‘[…] los principales promotores de esta situación son los jesuitas Salvador Rábago y Xavier de Obeso, […] que están de acuerdo en que utilicen la justa violencia, los oprimidos, que se ven obligados a recurrir a la misma para lograr su liberación’. Incluso el mismo documento afirma que los jesuitas ‘llegaron con una consigna a Monterrey dirigida por el máximo jerarca de su orden, el padre Carlos Arrupe: tratar de experimentar un cambio social que se expresaba en el abismo que media entre pobres y ricos.’ Sin embargo a pesar de ser un reporte de investigación policial, que si bien exagera la postura de los clérigos hacia violencia justificada ya que ninguno de ellos asumió o participó en el movimiento armado, la información acerca de la consigna parece ser plausible en tanto que de acuerdo con Dolores García ‘a partir de 1966 por orden de la dirigencia de la Compañía, se hizo un llamado a sus miembros a realizar cambios estructurales en la orientación de su apostolado’. Cabe mencionar que para 1965 a pesar del considerable desarrollo industrial que había adquirido Monterrey (y que la había posicionado como una de las tres principales ciudades de México) ‘todavía el 67% del total de la población se encontraba en condición de pobreza’. Incluso tanto la distribución del ingreso y el bienestar en el área metropolitana de Monterrey, a partir de este momento, experimentó una curva descendente que se tornó más desigual en décadas posteriores. Por último, un dato interesante en el mismo informe refiere que antes de la aparición de los curas progresistas ‘los clérigos adoctrinaban a los estudiantes en principios sociales cristianos, se les hablaba de pecado y matrimonio; tras la incorporación de los jesuitas, la directriz de la explicación de la doctrina cristiana cambió radicalmente […] los jóvenes eran adoctrinados en una mentalidad progresista dentro del ramo del cristianismo’. Esta información es plausible en tanto que la línea de acción de estos sacerdotes estaba en correspondencia con los diálogos e inquietudes latinoamericanas…”

https://www.indicepolitico.com / indicepolitico@gmail.com / @IndicePolitico / @pacorodriguez