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Cuentan que cuando el reporte del primer trimestre de 2020 marcaba una tendencia al deterioro acelerado en deuda e ingresos, haciendo temer que se podrían incumplir los vencimientos de casi 6.8 mil millones de dólares a fines de este año, sonaron las alertas rojas en Palacio Nacional e incluso se contactó con bancos internacionales; pero que tras diversas reuniones el nivel de responsabilidad se fue diluyendo en las oficinas de Palacio y sólo se mantienen analizando una salida Citi y JP Morgan que encabezan  Michael Corbat y Jamie Dimon, respectivamente.

La masividad de la deuda de la empresa a cargo de Octavio Romero, mas de 107 mil millones de dólares y sumando, no se resolverá por más bienes que se le incauten a Emilio Lozoya y a otros inculpados, o impugnando (y enventualmente ganando un largo juicio) el contrato con Braskem-Idesa que dirige Stefan Lepecki. Pero al no hacer la petrolera las previsiones posibles, hace suponer que al más alto nivel de gobierno ya dan por descontado el golpe que supondría una renegociación agresiva y/o eventuales moras: el papel de Pemex ya son bonos basura, la tasa de interés que se ofrece para el canje de 22.4 mil millones de dólares (7.0% promedio en dólares) se asemeja a las de un DIP Financing en una restructuración de Chapter Eleven, pero sin recurrir a un proceso judicial en el extranjero, dada la convicción de que más que un problema para Pemex, la deuda es un problema para los acreedores… y en buena medida para el sistema financiera internacional.

Sin embargo, dada la necesidad de refinanciamiento continuo y de eventuales represalias internacionales, se evitará llegar a una confrontación abierta mientras exista flujo de efectivo suficiente para cubrir los adeudos aunque para ello, como está sucediendo, se aplica severos recorres a proveedores de PEP, a cargo de Francisco Flamenco, con la promesa de reiniciar pagos en 2021… hasta 180 días después de que les sea notificado.

De mientras, Citi y JP Morgan siguen de cerca los sucesos.

Ferrando, el séptimo pasajero

Pues que en el vuelo del gabinete de Andrés Manuel López Obrador  el miércoles hacia la reunión de CONAGO, el que se pegó en calidad alienígena fue Gerardo Ferrando, director del Grupo Aeroportuario de la CDMX; que el encargado de desmantelar el finado NAIM esperó, en la orillita, la llegada de la comitiva presidencial y se pegó al grupo que llegó con el canciller Marcelo Ebrard. Quien sabe sí haya estado invitado a tan importante y polémico conclave en San Luís Potosí, pero Ferrando se aferró y voló. Y vaya que tiene motivos laborales: salvo el subsecretario Cedric Escalante, el nuevo secretario Jorge Arganis no ha ratificado aun ni a Ferrando ni el subsecretario de transportes, Carlos Moran.

Maerks y la catafixia Hutchinson

La última inversión en puertos mexicanos, 900 millones de dólares en Lázaro Cárdenas por parte de Maerks que dirige aquí Alexandra Loboda, está en un grave brete: tras la declaración presidencial que se revisarán las concesiones portuarias asignadas por las empresas paraestatales de puertos (APIS, para más detalle), no sólo Hutchinson Ports que dirige aquí Jorge Lecona y SSAM  que aquí comanda Fernando Chico Pardo, están en la mira presidencial. Están en la fila de “báscula” todo el ecosistema portuario que aporta mas de 10 mil millones de pesos anuales a las arcas federales. La inversión privada en puertos hoy está varada.

@mfloresarellano

mflores37@yahoo.es