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  • Entre emotivos aplausos del público, familiares, amigos y compañeros, interpretó magistralmente su último protagónico con la agrupación de ballet
  • Para el primer bailarín, México fue el país que lo adoptó y la CND el espacio donde realizó lo que más disfruta en la vida: bailar

La Sala Principal fue testigo de la despedida del primer bailarín Erick Rodríguez, quien tras 20 años en la Compañía Nacional de Danza decidió retirarse con Onegin, la obra maestra del coreógrafo sudafricano John Cranko, en el Palacio de Bellas Artes.

Al término de la puesta en escena el subdirector general de Bellas Artes, Héctor Romero Lecanda, en representación de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), Lucina Jiménez López, le entregó un reconocimiento en honor a su destacada trayectoria, al tiempo que lo felicitó y le agradeció su entrega y profesionalismo en el escenario.

“Ésta no es una función de despedida, sino de agradecimiento por todo lo que le has dado a la danza en cualquier escenario que has pisado”, comentó el subdirector general en la emotiva y entrañable presentación, donde sus amigos, compañeras y compañeros le llenaron de flores.

Enfatizó: “No es una despedida, porque seguirás siendo parte de esta compañía del Inbal y del Palacio de Bellas Artes; ésta es tu casa”.

Acompañado de los codirectores artísticos de la Compañía Nacional de Danza, Elisa Carrillo Cabrera y Cuauhtémoc Nájera Ruiz, el subdirector general le entregó a Erick Rodríguez el distintivo que avala el aporte dancístico que le brindó por dos décadas a México, a la CND y al instituto.

Con una audiencia de pie, en el Palacio de Bellas Artes se apreciaron los emotivos aplausos en todo momento, dijo adiós el bailarín originario de Matanzas, Cuba, quien tuvo la oportunidad de trabajar con las reconocidas figuras de la danza: Alicia Alonso, Loipa Araújo, Ben Stevenson, Wilhelm Burmann, Víctor Ullate, Patricia Ruanne, Karl Burnett, Nellie Happee, Carlos López, entre otros grandes maestros de la escena.

En tanto, el primer bailarín expresó: “México me acogió como lo ha hecho, a lo largo de su historia, con tantos migrantes, me adoptó como un hijo más y me integré a su cultura de forma natural. Me siento tan matancero como chilango.” 

Además, agregó: “La CND no solo me brindó un espacio donde realizar lo que más disfruto en la vida, también me ayudó a desarrollarme como persona. Hoy cierro un ciclo celebrando en el maravilloso escenario del Palacio de Bellas Artes. Me gustaría decirles a mis compañeros que trabajamos en una de las mejores compañías del mundo, que disfruten cada momento, que aprovechen el tiempo que no vuelve…. dejen todo cada vez que salgan al escenario, sean honestos con ustedes y con el público”, dijo al momento en que agradeció a sus familiares, amigos, compañeros, miembros del Inbal y a la audiencia por acompañarlo a lo largo de todos estos años.

Onegin, con música de Chaikovski, fue la obra que eligió para despedirse porque el personaje principal es un hombre, además de uno de los grandes ballets del siglo XX, que Erick Rodríguez confesó fue un sueño hecho realidad y un privilegio poder bailar de nuevo esta joya del ballet, luego de 13 años de no montarse por el grupo dancístico.